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12 | Martes El convento

Ya lo tiene. ¿No quería Tamara Falcó un programa a su medida? Ella sería la guinda del nuevo reality conventual. Allí acuden chicas de hoy en día, mundanas, que incluso se despiden efusivamente del novio a las puertas de la celda. O que cantan. O que no van a misa. O van con resaca. Que miran a cámara mientras deciden si toman los hábitos o no. Tamara ya tenía mucho ganado. Ha estado en misiones, ha visitado clausuras pertrechada de maquilladora y reporteros. Lleva años compatibilizando la vida alegre con la oración. Pero no está. Q uizá tenía razón su madre: Le dije que no era lo suyo -contó una vez- pero que si estaba convencida, iríamos a cualquier convento. Dijo que me quería deshacer muy rápido de ella. Y la cosa no pasó de ahí. Del torno.

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