Mario Balotelli ha sido el último futbolista que ha reconocido públicamente su paternidad. Se suma así a la larga lista de jugadores que han mantenido una dura batalla legal por los hijos de sus exparejas.

Dos meses después de haber rechazado comparecer en una vista judicial, las pruebas de ADN confirmaban que el temperamental delantero es el padre de la pequeña Pía, fruto de su relación con Rafaella Picó. La modelo y actriz italiana acusó al futbolista italiano de no interesarse por la pequeña, a pesar de las evidentes similitudes entre ambos.

El caso nos recuerda al de Diego Armando Maradona. El astro argentino cuenta con una larga lista a sus espaldas de hijos no reconocidos. Los últimos rumores apuntan a que podría tener un pequeño en común con su ex, Verónica Ojeda, de la que se separó en 2012. De esta forma, el que es considerado por muchos como el mejor futbolista de todos los tiempos, se convertiría en padre por sexta vez. Pero Maradona no parece dar su brazo a torcer. Ojeda habría viajado a Dubai, donde trabaja el argentino como embajador deportivo, para que el niño, llamado Diego Fernando, celebrara su cumpleaños junto a su padre. Los medios argentinos señalan que el deportista se negó a abrirles la puerta de su casa.

Otro caso muy diferente es el de Ronaldo Nazario. El exjugador carioca del Barcelona y del Real Madrid reconoció sin condiciones ser el padre de Alex, hijo que ´El fenómeno´ tiene en común con una mujer brasileña de origen japonés. Ocurría en el 2010, curiosamente el año en el que otros grandes futbolistas como Landon Donovan o Cristiano Ronaldo recibían la misma noticia. En el caso del norteamericano, por un desliz con una joven inglesa y el luso, tras una noche loca con una camarera.

Precisamente, el hijo del portugués, que se llama como su padre, saltó a las primeras portadas de los periódicos hace tan sólo unas semanas. Fue en la entrega del Balón de Oro, cuando Cristiano subió a recoger el galardón acompañado del pequeño. No pudo contener las lágrimas el delantero al ver a su hijo jugando con el trofeo. Una tierna imagen que desmontó la fachada chulesca y prepotente del futbolista luso.