Dentro de la nueva estrategia presentada hoy para una adaptación al cambio climático, la CE ha planteado propuestas destinadas al sector agrícola -como la mejora de la gestión del agua o la elección de cultivos más resistentes-, para evitar los efectos del calentamiento del planeta.

Asimismo, Bruselas analiza los efectos potenciales que puede tener en la agricultura de todas las zonas comunitarias y en este punto sitúa a un grupo de países del "sur y del sureste" de la UE, en el que figura España, entre los que más pueden sufrir los problemas derivados del empeoramiento del clima.

En concreto, la CE augura una reducción de las precipitaciones en la Península Ibérica, que pueden caer un 40% a finales de este siglo, con el consiguiente descenso de los rendimientos y posibles problemas de abastecimiento alimentario, así como el incremento del déficit de agua.

Estima que en 2050 puede ocurrir que las condiciones para producir ciertos cultivos, como los de primavera se "desplacen de las regiones del sur a latitudes más al norte".

Por ello, Bruselas reclama que los agricultores españoles y de otros países actúen con medidas como rotaciones más equilibradas de cultivos, la introducción de producciones que requieran menos agua o la conservación de materia orgánica en los suelos, pues se trata de evitar los efectos "más dramáticos" y frenar la desertización.

La CE ha instado a los países a que impliquen a sus agricultores en "adaptarse" a la nueva situación climatológica.

Para ello, la CE considera que los Gobiernos deben preparar planes nacionales para el sector agrícola y de una manera más específica la identificación de zonas "vulnerables".

Insiste en que serán necesarias soluciones para adaptar la agricultura, como una revisión de las épocas de siembra o de los tratamientos contra las plagas, que según el documento, serán cada vez más frecuentes.

Menciona el incremento de los riesgos de heladas para los frutales o para las viñas y en el caso de la ganadería, recalca que la falta de agua hará escasear más los pastos, sobre todo en las zonas mediterráneas.

En cuanto al uso del agua, Bruselas insta a los países a mejorar la gestión de suelos y las técnicas de riego o reciclado.

Respecto a la ganadería, sugiere ideas como la adaptación de las dietas de los animales o la cría de especies más tolerantes al calor.

La CE admite que algunos de los cambios pueden ser costosos para los productores, si bien cree que dentro de la Política Agrícola Común (PAC), reformada recientemente, hay instrumentos para apoyar tales medidas de ajuste, como por ejemplo, dentro de los fondos para el desarrollo rural.