Su temporada gastronómica está en pleno apogeo. Hasta abril son innumerables las personas que se deleitan con el paladar de este pez de millones de años en torno al que se han iluminado miles de leyendas. Ya Gonzalo Ballester recogía alguno de esos viejos cuentos sobre la lamprea que afirmaban que cuanta más gente hubiese caído al río (el Baralla) aquel año, más rico sabía luego el ciclóstomo más viejo del planeta. Puede que no conozcamos al pez mitológico pero al que sí rendimos culto es al que aparece, fascinante e impetuoso, todos los años en las aguas del Miño.
Conocido y deseado su sabor desde tiempos pretéritos, Álvaro Cunqueiro afirmaba que lo que comen algunas de las figuras representadas en el Pórtico de la Gloria de la catedral compostelana es empanada de lamprea. Tanto el fabulador mindoniense como José María Castroviejo o Cela "prescribían" el ciclóstomo del Miño en el plato. Ahora la tentación gastronómica resurge. En toda Galicia. Entre Tui y A Guarda. En Arbo. En As Neves€ en toda la comarca de O Condado y A Paradanta, en el Baixo Miño y mucho más allဠY en Portugal, hasta tan abajo como el Alentejo. Nacida en el río, una vez que completa su desarrollo llega al mar, donde vive entre dos años y cinco años, para regresar a las aguas dulces de donde procede con el objetivo de desovar y morir. Es el momento justo para su captura, cuando su textura en boca no desmerece el sabor de cualquier pieza de carne terrestre.
Arbo y As Neves son dos concellos de referencia -tanto en la provincia pontevedresa como fuera- donde degustarla. En abril Arbo exaltará el pez abisal en la XLVII edición de su Festa da Lamprea, declarada de Interés Turístico Nacional. El producto estrella atrae a cientos de comensales, que pueden disfrutar del sabor del ciclóstomo cocinado a la bordalesa -elaborada en su propia sangre-, aunque también se podrá comer en escabeche, a la brasa, asada, empanada o rellena. Existen numerosos sitios en los que disfrutar de su paladar, lo mismo que en As Neves, donde se encuentra uno de esos clásicos convertido en lugar de culto, Casa Calviño, con más de ocho décadas perpetuando las raíces. Se trata de uno de los establecimientos más antiguos de esta especialidad, que ha logrado consolidarse y mantenerse gracias a la visión de futuro y al acierto de combinar en la carta tradición y modernidad.
Maruja Groba comenzó a cocinar lamprea cuando se casó hace sesenta años. El nombre del establecimiento proviene de la familia de su marido, ya fallecido. Su nuera Cecilia la ha sustituido en los fogones, mientras su hijo Nito se encarga de comprarlas y de otros muchos menesteres relacionados con el restaurante. En un acogedor comedor rodeado de piedra y madera se cocina este bocado milenario. Además de su presentación habitual a la bordalesa, aquí se hace también ahumada, en carpaccio o a la brasa. Aparte de esta joya gastronómica se preparan otras elaboraciones suculentas en forma de angulas en temporada, cabrito lechal, carnes variadas, pescados y unos callos que rinden paladares, además de postres de la casa de "los de verdad".
