A veces los planes salen bien, aunque sean tan arriesgados como llevar por primera vez a una cantante relativamente emergente, en pleno lunes, a la industriosa ciudad de Vigo. El concierto de Sophie Auster en la nueva sala Radar -el segundo de su corta historia después del de O'Funk'illo del pasado sábado- se puede calificar de rotundo éxito artístico; quizá no comercial, porque es casi imposible que la actuación de un artista internacional salga rentable en una sala tan pequeña.
Acompañada a la guitarra eléctrica por Jake Owen, la hija de Paul Auster presentó las canciones de su tercer álbum, "Dogs and men" (2015), el mejor de una carrera musical que comenzó cuando la cantante tenía 16 años.
Salvo en un tema que la artista interpretó en solitario con su guitarra acústica -el inédito "Rising sun"-, el peso de la música recayó en el excelente trabajo a las seis cuerdas de Owen. No se echaron en falta los profusos arreglos de las canciones de "Dogs and men". Temas como "Find that girl", "I'm going down", "AKA" y "Bad manners", tema con el que se cerró el concierto antes de los bises, sonaron con contundencia gracias al twang reverberado de la guitarra eléctrica de Owen y a la exquisita voz de una Sophie Auster encantada con Vigo, "la ciudad más hermosa", el sabor del pulpo y el albariño, que incluso bebió a morro durante los bises.
Se atrevió con una versión de "Breakfast in bed", de Dusty Springfield, y cautivó al público con sus movimientos sobre el escenario, dignos de la actriz que es.
Su concierto anterior, en Sevilla, fue suspendido por los atentados de París, adonde viajó desde Vigo para seguir con su gira europea. "Son tiempos extraños -dijo-, pero yo digo ¡que le den, hay que seguir!". Y el público prorrumpió en aplausos.
