¡Qué alegría, María Moreira en Cabo Verde al frente de un proyecto de aprendiizaje de moda en el Centro Nacional de Artesanato en la ciudad de San Vicente! Cuando leí la noticia salida este fin de semana en una televisión caboverdiana,pensé en los inesperados caminos de la vida recordando la trayectoria de esta diseñadora viguesa que revistas como Vogue llamaban la "reina del punto tricot" en España, allá por los 80.¡Ay, aquella vida acelerada entre creación, fabricación y presentación de colecciones, asaetada por mil demandas, que inauguró en tiempos de Felipe González! Aquella "beutiful people", los desfiles de Cibeles, lapersecución de tantos medios televisivos, aquellas fiestas privadas y noches sin fin en el Palace de Madrid en las que podían aparecer desde Almodóvar a Massiel, tras ser visitada por el día por Enrique Loewe en busca de un acuerdo de diseño! Esa María está involucrada ahora en la formación de caboverdianas y la creación de una imagen de moda para ese país.
Aquella María que había tocado techo y luego casi fondo por la crisis del sector, que había pasado como tantos de aquel "boom" de moda gallego del estrellato a estrellarse, de la vida en hoteles 5 estrellas presentando colecciones con su nombre a la vida tranquila en su casa de Gondomar, trabajando para otras marcas y las justas para vivir dignamente. Aquella María que, muerta su madre, independizada su hija, empezaba a paladear la soledad en su bella casa gondomarense en medio del campo, halló en Cabo Verde a través de su amiga Guillermina Presa, otra viguesa allí residente, un espacio para vivir de otro modo, a otro ritmo, con otras ilusiones. Claro, es ese momento en que,cumplidos más de 60 años, cuando se ven alborear las hojas del otoño y la nieve de tus sienes, desprendidos de obligaciones familiares y con un gran y largo trabajo ya a tus espaldas, decides dar un giro a tu vida para orientarla hacia otros horizontes. La diseñadora halló la paz en Cabo Verde pero al año de su estancia allí su mente empezó a fraguar un plan que el gobierno caboverdiano supo aprovechar.No hace muchos meses un contenedor acogía toda la maquinaria de sus talleres vigueses,todos los hilos y telas de fantasía que se habían ido acumulando en ellos, para que María iniciara otra etapa: trasladar sus conocimientos a un país en desarrollo, compartiendo todo lo que había aprendido en toda su vida. En eso está,inaugurando curso.
Leed, leed su historia, que yo he vivido en directo. Una pequeña empresa familiar viguesa que tenía su base en la tienda Hobby, bien conocida y diferenciada en el entorno local, pasa a convertirse en unos años en una marca de referencia -María Moreira- que pone por vez primera la moda gallega de mujer en la más alta pasarela de España, la de Cibeles, y tiene tanta demanda que debe sufrir una profunda transformación interior, reconvertir todo su aparato, para empezar a enfrentarse ya no a la venta en España sino a la exportación. ¿Os imagináis el cambio? Mucho peor que ese hormonal de la adolescencia, mucho peor que la metástasis interior que produce un enamoramiento. Años de locura aquellos 80 para los que trabajamos en el frente (no al frente) de esa nueva batalla que se abría para Galicia con la moda como objeto de conquista. Se pregunta uno, que sin dejar el periodismo formó parte, por un lado, del equipo de Luis Carballo encargado de gestar todo ese proceso;por otro, de la imagen de una María Moreíra entonces en la cresta de la ola y, para liarlo más, parte con Amalia María Gallego del suplemento semanal de moda de FARO (1983-87), "Pasarela", cómo pudo sobrevivir a tan acelerada sucesión de acontecimientos.
En la sede viguesa de Galicia Moda no se paraba porque allí residía el cerebro del proyecto y el brazo creador, organizador y ejecutor del mismo allá donde se llevaran sus acciones, fuera en Galicia, España o extranjero. Creativos diseñando la identidad visual o producción gráfica de marcas gallegas, fotógrafos haciendo sesiones de las colecciones gallegas de cada temporada con las mejores modelos del momento... Pero es que en la sede de María Moreira en López de Neira aquello era una locura también en tiempo de colecciones, con mil frentes por atender y, lo peor, una diseñadora que tenía a la noche como mejor aliada creativa. Y precisaba alrededor a todo un equipo. ¡Cuántas noches de blanco satén hemos vivido! Se precipitan de tal modo los recuerdos en mi mente que aquí solo puedo hacer un bosquejo de ellos.Pero ya es todo pasado,un pasado frenético que María Moreira ha sabido aquietar al tiempo que rentabilizar para el futuro de otros. Ahora, en Cabo Verde.
