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SÁLVESE QUIEN PUEDA

El marisqueo a pie, patrimonio cultural

Una ruda labor en un medio hostil. // FDV

Creo que no me perdería en Nueva York pero es posible que me pasara en Lugo. Nos asombra la inmensa belleza de los lagos de Plitvice, en Croacia, las montañas de colores de Zhangye Danxia en China, la Tierra de los Siete Colores en Chamarel, las Islas Mauricio o el oasis de Huacachina en Perú, pero no valoramos en la Galicia que habitamos la impresionante estampa de los viñedos de Doade sobre el curso del Sil y sus cañones, el cabo Vilán o las dunas de Corrubedo. Nos asombra la dureza de ser policía en México, conductor de camiones en África Central o minero del carbón en China pero somos insensibles, al verlo tantas veces en nuestro entorno, al recio combate que protagonizan nuestros mariscadores de a pie maltratando su vida para sacar la vida de las aguas. Esa belleza configurada por incontables rincones de Galicia y esa admiración por el trabajo de quienes a pie extraen el marisco de nuestras rías es la que llevó al coruñés residente en Vigo César Cristino González a realizar la exposición de pintura y fotografía "Amor de Mar" en la Estación Marítima de Vigo, presidida por una intención: proponer a la UNESCO, que este ancestral oficio que es el "MARISQUEO A PÉ E A FLOTE" sea reconocido como "PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD" .

Para no perderse a sí mismo Cristino encontró el mar y sus oficios como escape a la ansiedad vital que le mermaba. No en vano tuvo que dejar su trabajo y convertirse en cuidador para atender a su mujer, con una enfermedad de progreso degenerativo hace décadas; o vivir cada día la angustia de su hijo por la espera en lista para un trasplante de riñón desde hace cuatro años, por no hablar de su hija, que sufre como tantos el aguijón desesperante del paro. Unos caerían en la enfermedad depresiva pero Cristino optó por poner buena cara a la adversidad, convirtió en terapias la pintura y la fotografía y, aunque acuciado por la solidaridad familiar que practica en su casa cada día por amor, inició otra lucha por el reconocimiento como Patrimonio Cultural de la vida laboral de los mariscadores, que tendría muy buenas repercusiones para Galicia. Esa ilusión, superando su vieja fobia a las aguas metiéndose con su cámara hasta la cintura en ellas, le ha servido para tomar en los tiempos libres de su dura faena cotidiana como cuidador entre cuatro y cinco mil fotografías en cofradías de Santa María de Oia (percebeiros), Baiona, A Ramallosa, Vigo (erizo y navaja), Cesantes, Arcade, Moaña, Cangas, Lourizán, Combarro, Cambados, A Toxa, O Grove, A Illa de Arousa.... algunas de las cuales le sirvieron como fuente de inspiración pictórica y otras para colgar en las paredes de su muestra "Amor al mar".

¿Cuál es esa belleza de Galicia que paradójicamente desconocemos? Mirad, dice Cristino, la comarca de A Mariña en Lugo, que abarca 144 kms de costa de la ría de Ribadeo hasta el pueblo de Vicedo, donde comienza A Coruña, y asombraos de la cantidad de playas entre ellas la de las Catedrales, calas hermosas, pueblos marineros. Buscad, yendo hacia el oeste, el pueblo de Riulio, antiguo puerto ballenero donde se dice que habitan los mejores percebes y centollos del Cantábrico. Admirad la ciudad de Lugo, con su formidable muralla romana, declarada Patrimonio de la Humanidad como ahora se pretende para los mariscadores. Recorred la provincia de A Coruña con sus 956 kms de costa, sus rías de O Barquero, Ortigueira, Cedeira... o las Rías Bajas que van desde Finisterre a Vigo, las más grandes con un tramo costero de 398 kms y unos 316 archipiélagos, islotes y peñascos, sus rías de Muros y Noia, Corcubión, Arousa, Pontevedra y Vigo. O las islas Cíes, de belleza difícil de contar.

En este deslumbrante paisaje Cristino se fija en las personas que practican el duro y ancestral marisqueo a pie de obra. Los que en Galicia conforman un magma de 4.281 personas sin contar a los furtivos, mujeres el 91 por ciento, con un promedio de 40 años el 80 por ciento y más de 60 un 18 por ciento. Gentes afectadas por graves lesiones posturales debido a su ruda labor casi artesanal y en un medio hostil que es el mar, sobre todo en esos inviernos húmedos y de aguas irascibles en que, paradójicamente, se encuentra la mayor productividad. Para ese trabajo en Galicia pide Cristino la declaración de Patrimonio Universal.

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