"Es veneno invisible que asfixia las urbes. A simple vista no lo notas. No hay oscuras humaredas ni olor a carbonilla. No la ves ni la hueles pero la polución está ahí. El aire envenenado provoca infartos de miocardio, derrames cerebrales, enfisema pulmonar, cáncer de pulmón y problemas respiratorios agudos..." Esto lo leía yo el otro día en uno de esos artículos tremendistas quizás válidos para Onitsha en Nigeria, Peshawar en Pakistán o Zabol en Irán, y hasta en Ciudad de México o Pekín. Poco le puede asustar a un gozoso habitante ribereño de las rías gallegas como yo, pero influyó para que aceptase la propuesta oxigenante de Juan Salgueiro y me uniese al nutrido grupo que se dio cita en medio de esa selvática vegetación galaica que rodea la playa de Barra, no muy lejos de un espacio que no fue ajeno en tiempos a la practica gay del "cruising" , que es algo así como lo que une a un marinero del imperio romano merodeando durante la noche en las orillas del Tïber con un gentleman inglés del siglo XVI que acude sólo al teatro pero sale acompañado o con un hombre del siglo XXI que lleva 20 minutos en el baño de un centro comercial oteando horizontes masculinos. Eso me dijo al menos un sociólogo que entendía mucho.
Pero Salgueiro no nos convocó en tan maravilloso espacio entre pinos para nada de esto, claro, sino para participar en el rodaje que dirige del próximo videoclip de la cantante Woyza, que es una hija del Morrazo residente en Vigo con cepa uruguaya y unas cuerdas vocales que parecen diseñadas en New Orleans. O sea que, nos encontramos una treintena de personas de diferentes sexos, edades, profesiones y estados para animar este futuro videoclip que dará imagen al tema central del disco, "Ahora", rodado con una técnica novedosa de 360º y cuatro cámaras que simultáneamente filman la totalidad del entorno. Casi cinco horas estuvimos para un rodaje de solo unos minutos -con asesoría escénica de María Salgueiro y de Ani Boado en la producción- en que nosotros poníamos nuestros cuerpos a disposición, y de la dirección de fotografía se encargaba el equipo técnico de GF Estudio Jacobo Gayo, habitual colaborador en los videoclips de Woyz.a Mientras, en los tiempos de espera, tuve la deliciosa sensación de volver a hacer picnic, terapia campestre y bucólica que no practicaba desde la infancia. No hicimos "cruising", es cierto, pero yo que soy un urbanita redomado llené mis pulmones de aire pinar y yodado por las aguas de Barra y me sentí un poco William Holden en "Picnic" rodeado por nuevas versiones de la maravillosa Kim Novak aunque a mí, al contrario que a William, no me hiciera puñetero caso ninguna Kim.
Estuvimos cantando al amor allí hasta el atardecer o,, como diría mi amigo el escritor Félix Bello, hasta ese momento en que las cimas de las montañas, recortadas sobre el horizonte, fulgen de oro y una tibia luz de brasa se derrama sobre el ancho bosque de pinos. Digo cantando al amor porque ese es el tema central de la hermosa balada que canta Woyza en su próximo disco, y lo que ideó Salgueiro, condicionado también por la escasez de medios económicos para producirlo, fue un encuentro de parejas diseñadas allí mismo, sobre el terreno, fueran del mismo sexo o distinto, blancos o negros, de la misma o diferente generación, incluso madres e hijos. Un canto al amor universal, explícito, sin etiquetas salvo la de la ternura, fuera filial, amical o pasional. "Ahora sé que el mundo es un lugar -canta Woyza- para encontrarse / donde la gente viene y va/ y vuelve a encontrarse. / Todo es tan casual / pero tú también puedes mostrarte / muestra el amor que nace en ti...". Y al calor de esta canción pasamos la tarde mientras la luz se esfumaba en el amarillo sobre el horizonte de un mar que no veíamos pero presentíamos a nuestros pies, ante un arenal poblado de nudistas.
