Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

NOTICIAS DEL SUBMUNDO

Breaking news

Breaking news

Somos lo que somos / estamos donde estamos / viajamos en un coche / de segunda mano. / El espacio-tiempo / nos lo trajinamos / dándole la vuelta / en un agujero de gusano. / Y al horizonte de sucesos / que lo manden al guano / que las cosas que no importan / pasan en verano.". Esta famosa canción de todos conocida -El horizonte de sucesos llevaba por título, por si alguien no lo recuerda- se publicó a finales de los años 20, justo antes de la Gran Depresión. Su autor, Fruela López, y sus intérpretes, el grupo músico-vocal Los Displicentes, arrasaron en Tapiocápolis, capital de la pequeña República de San Cristóforo en Centroamérica; desde ahí, la coplilla dio el salto a todos los salones de baile del mundo. Un ejemplar original del disco de 78 rpm se cotiza, a día de hoy, a unas 70.000 libras esterlinas de las de antes del Brexit. Cousas veredes?

Por aquel tiempo ya eran conscientes nuestros abuelos de que la capacidad de asombro de la opinión pública era limitada, y de ahí lo de organizar una Segunda Guerra Mundial para animar el cotarro en el siglo XX. Después de la bomba atómica -un auténtico bombazo informativo, hay que reconocerlo- la Guerra Fría congeló un poco las cosas, para qué negarlo. La guerra de Corea fue una birria y hubo que organizar lo de Vietnam, matar a Kennedy y llegar a la Luna para que la gente comprara periódicos y la cosa cobrara algo de vidilla en los años sesenta. Nosotros aquí, fieles a nuestra estirpe, no necesitábamos tanto mambo: con un Jefe de Estado paticorto y bajo palio, íbamos en canoa. Pero el magnicidio fue impensable hasta la muerte de Carrero Blanco en los setenta. ¿No fue suficiente síntoma de la que se avecinaba?

La capacidad de información, hoy en día, se ha multiplicado por miles de millones de trillones. Así, por ejemplo, hemos acelerado la frecuencia del "partido del siglo". Antes pasaba cada dos años en un Mundial o una Eurocopa; ahora lo tenemos cada semana. Los magnicidios han pasado a ser poquita cosa: piensen en la muerte de Gadafi frente a las de los citados Kennedy y Carrero. El impacto de la noticia, el horizonte de sucesos de la comunicación, se ha reducido cual capa de ozono o los presupuestos de salud y enseñanza. No tenemos guerra mundial al viejo estilo: vivimos en un mundo de asquerosidades militares geopolíticamente distribuidas en sitios estratégicos. El periodismo se tendría que reinventar para poner nombre a esto último, por cierto?

¿Será que, con la edad, se nos acortan los tiempos entre bombazos informativos y entonces dejamos de prestar la atención de antaño en estado de shock? Puede. Antes se nos cortaba la respiración cuando escuchábamos "interrumpimos nuestra programación para dar a paso a un avance informativo". Ahora estamos más pendientes de El Intermedio para que nos "cuenten la verdad". Pero, ay, es verano y ya están de vacaciones.

@JulianSiniestro

Compartir el artículo

stats