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Memorias

Carmelo Saldaña : "Entrenábamos en el mar; aquí no había ninguna piscina deportiva"

Desde que se zambulló por vez primera en las aguas del Náutico vigués, en 1934, su vinculación a este deporte y al waterpolo fue constante, "como una droga"

En el equipo vigués subcampeón de España de natación en los Juegos de Educación y Descanso, en los años 50. // Archivo familiar

>> Es un hombre muy querido en el mundo deportivo vigués y, concretamente, entre varias generaciones de la natación y el waterpolo del Náutico de Vigo, que le tuvieron como compañero o maestro desde los años 40 del pasado siglo. Esa es quizás la herencia ganada por bonhomía que él más estima de toda esa larga trayectoria en que ambos deportes le atraparon todo su tiempo libre, llegando a competir en representación de Vigo o Galicia con la siguiente generación a la suya. Carmelo Saldaña, de los Saldaña propietarios del emblemático Café Victoria de Vigo ("la cátedra del fútbol") en que él trabajó hasta su cierre con el padre. De los Saldaña, sus hermanos, que derivaron a las mercerías y zapatillerías de su apellido también emblemáticas en el Vigo de otrora. La suya fue la primera generación de nadadores del Náutico, en cuyas aguas se zambulló ya en los años 30, de niño. Carmelo atravesó tres veces la Ría, ganando en 1956. Fue quinto de España en los 100 metros libres en unas circunstancias que lo hacían aún más meritorio: la natación en Vigo, hasta que se construyó la piscina en 1967, se hacía en unas condiciones heroicas pues se entrenaba en el mar y cuando hacía mal tiempo no había entrenamiento .

>> "Las primeras imágenes de mi vida que se alojan en mi memoria tienen más de 80 años de antigüedad y me sitúan en el Club Marítimo, cuando era un barracón de madera antes de construir allí el actual Club Náutico de Vigo. Debía ser por el año 1933 o 34, iba con mis hermanos, me pusieron unos corchos como flotador y ¡hombre al agua, y encima con nortada! Esa fue mi primer chapuzón, el comienzo sin miramientos de mi largo idilio con la natación. De mi nacimiento no me acuerdo, claro, pero la partida de bautismo dice que fue en julio de 1929 en la Plaza de Almeida, donde diez o once años después residiría el gran Carlos Maside, cuando formó parte de la tertulia del Derby (el emblemático café con el que competía el de mi padre, el Café Victoria) con Valentín Paz-Andrade, Francisco Fernández del Riego, Emilio Álvarez Blázquez y Darío Álvarez Blázquez, aunque eso yo lo supe mucho después. Mis padres, Pablo Saldaña y Julia Escudero, eran santanderinos y a los dos años de casarse vinieron para Vigo trayendo ya a mis dos hermanos mayores, Luis y Julio; yo nacería vigués el mismo año en que llegaron, en 1929. No sé qué contacto con la fábrica de cervezas La Barxa les trajo aquí para montar un café bar, La Mundial, en Velázquez Moreno, un poco más abajo de la actual Casa del Libro, donde antes estaba el Calixto. A los pocos años, en 1937, en plena guerra civil, cogieron el traspaso del Café Victoria en Policarpo Sanz 26, al que llamaban "la cátedra del fútbol gallego".

>> "Ese café céntrico en Vigo forma también parte sustancial de mi memoria primera porque desde los siete años anduve entre sus mesas y a los 11 empecé a trabajar para ayudar a mi padre y mi madre en el mismo hasta su cierre a finales de los 60. Teníamos cuatro o cinco camareros. Recuerdo que ponían los resultados fuera en un tablón y los domingos era una romería, todo Vigo desfilando por delante para verlos porque televisión no había y radio tenían unos pocos. Fue el primero que trabajó con las quinielas. ¡Qué grandes partidas de dominó se jugaban allí, algunos para distraer el hambre y el frío de posguerra que hacían sus casas invivibles! Los cafés y las tertulias eran también un refugio de las casas heladas, sin calefacción. Recuerdo que, así como en el Derby se reunía más gente de la intelectualidad, en el nuestro había de todo pero muchos representantes de comercio de toda España. Había días que parecía un café catalán porque los empresarios catalanes tenían desplegados sus agentes comerciales por toda España".

>> "Hice los estudios mínimos y mis primeras letras las aprendí en el colegio Mezquita, para pasar después al de Roberto Mediero en Joaquín Yáñez, en donde practicaba eso de "la letra con sangre entra" con mucho celo. Como te despistaras podía volar hasta tu pupitre un proyectil enviado por don Roberto, que utilizaba la regla no solo para medir sino para calentarnos el cuerpo. Ahora siento no haber estudiado, pero entonces, en esos años duros tras la guerra, mi padre necesitaba ayuda y con 11 años empecé a trabajar en nuestro café Victoria, donde ya estaba mi hermano mayor. Tenía yo siete años cuando en la Puerta del Sol el capitán Carreró proclamó el bando de Franco y se enfrentó a la gente embravecida con disparos. Yo estaba en el café, y mi tío nos refugió debajo de un arco, que creía más seguro si venían bombas o algo así, quien iba a saber en qué iba a desembocar aquello. De aquellos tiempos bélicos, aún siendo yo niño recuerdo las concentraciones que se hacían en la Puerta del Sol y no sé si en la Alameda para oír el "parte" y la perorata del propagandista del régimen, brazos en alto. Pero yo lo que recuerdo bien es la posguerra, que viví en la adolescencia. En mi familia no se sufrió el castigo de los que perdieron la guerra ni tampoco el hambre, de modo que la vida transcurría sin graves quebrantos, trabajando sin descanso, eso sí, para que nada nos faltara aunque tampoco tuvimos ningún lujo. Teníais que ver a mi padre, con sombrero, botonadura color oro y pajarita. Pero, por ejemplo, recuerdo ir en el tren Sanghay en 1945 a un campeonato de natación a Barcelona y ver desfilar las caras de la miseria que se vivía en España, no sé si decir una miseria digna pero miseria. Ver abrir un hatillo del que sacaban un trozo de pan duro de algarrobo y un poco de tocino era lo normal. En Galicia se notaba menos quizás porque quien más quien menos tenía unas verduras para hervir, unas berzas, unas patatas, pero al salir de ella era aún peor. Hasta finales de los 50 los españoles sufrimos graves carencias nutricionales con sus patologías, pero ahora tenemos las patologías por exceso. Entonces la penuria estimulaba la imaginación de los españoles y se inventó, por ejemplo, la tortilla de patata sin huevos y sin patatas o los calamares de la huerta, que eran aros de cebolla rebozados".

.>> "Pero la natación fue lo que siempre me enamoró, fue parte sustancial de mi vida, donde tenía mi corazón. Empecé en el Marítimo, que se funda en 1931 tras una escisión en el Naútico y que tenía una tendencia más popular y quizás republicana que el Náutico, bastión de la apellidocracia viguesa. En 1946 se volvieron a unir, entre otras cosas para hacer el nuevo edificio. Yo empecé a competir allá por 1944 con la primera promoción de nadadores del Náutico, que eran Gustavo Álvarez, Alejandro Febrero, Bernardo Núñez, Fernando Mumary, Concejo, Zabaleta... Nadie nos entrenaba al principio pero competíamos con las temidas 3 C, Cataluña, Castilla y Canarias, que tenían piscinas para entrenar, y aún así los gallegos conseguíamos situarnos detrás de ellos, en el cuarto lugar entre regiones. Y es que entrenábamos en el mar, en esa dársena del Náutico en la que entonces no había barcos y desembocaban cloacas. En invierno era tanto el frío que no podíamos entrenar y en esas condiciones conseguimos meter un olímpico, Alejandro Febrero, con el que yo iba a entrenar para los campeonatos a Samil, a la desembocadura del Lagares, nadando río arriba contra corriente. Yo llegué a quedar quinto de España en 100 metros libres en Mallorca allá por 1951, cuando fui con nadadores como Cachaldora. Hice la travesía de la ría tres veces en competición y la gané una, en 1956. Ese mismo año, al acabar la prueba, le pedí la mano a mi mujer".

>> "Compaginábamos natación y waterpolo en el que el Náutico tuvo muy buenos jugadores, aunque siempre nos faltó contacto con el exterior ya que jugábamos contra nosotros mismos y en el mar hasta que en 1967 se hizo la piscina. Nunca tuvimos entrenador de natación, hasta que se contrato en 1963 o 1964 a Roberto Ozores. Entre los que jugaban al waterpolo en los 40 a los 50, estaban Alejandro Febrero, Celso Pazos, Cachaldora, mi hermano Luis , Gustavo Álvarez, (Chicho), Mumary, Rodrigo Cuadrado, Costa Fraga... Más tarde vendrían Carlos Reboreda, los hermanos Picón, Vizcaíno, Carlos Gómez...Yo jugué hasta los cuarenta y tantos años con chavales a los que les llevaba más de 25. De esa época de finales de los sesenta y primeros setenta eran Maceira, Jose Ramón y Jorge Valladares, Julio Rica, Celso López ,Mauro, Ricardo y Javier Pérez, Viadé, Pahino, Caamaño€ Allá por 1971 traje al seleccionador nacional de waterpolo, el húngaro Zoliomy, para que nos enseñar, y teníamos tan pocos medios que lo traje por mi cuenta y hasta durmió en mi casa. Ya se ve en qué condiciones heroicas peleábamos."

>> "Mi vinculación con el club se mantuvo toda mi vida. Como nadador dejé de competir ya casado, allá por 1957 , con 28 años, pero el waterpolo lo dejé como competición en 1972, a los 43 , aunque luego fui entrenador. Más tarde fui delegado de Natación, moviéndome siempre con los equipos allá donde iban, hasta los años 80 en que por un problema de tobillos que me dificultaba la movilidad tuve que dejarlo. Toda esta dedicación al deporte la mantenía en paralelo con mi trabajo en el café Victoria de mi padre, que dejé cuando cerró en los años 60. Luego monté un negocio de materiales de construcción y enfrente otro de electrodomésticos, en el mismo Teis, en aquel Vigo en afanoso crecimiento con el dinero de los emigrantes que volvían".

>> "El cine ocupó una etapa de mi vida, aunque no como actor o director, sino como "acogedor", por decirlo de modo diferente. Eran los primeros años 70 de profunda contestación en España al franquismo y en aquella nación que intentaba llegar a la democracia empezaron a funcionar los cineclubs, una vía para ver películas prohibidas aquí y debatir sobre ellas. Yo tenía como cuñado a Suso Cano, casado con la hermana de mi mujer, que presidía el Cineclub Cíes en los Jesuitas, entonces muy progres como el padre Villamil. Había gente cinéfila muy activa aparte de Suso Cano, como por ejemplo Pablo Gómez Taboada. Yo entré en ese ambiente en el que estaba metido todo el rojerío y, de rebote, traía a mi casa a comer y alguna vez a dormir a directores que invitaban, porque no había cuartos para pagarles nada salvo el dinero de los socios y la cultura era una militancia. Recuerdo a Víctor Erice, que a éste lo llevamos a Casa Ríos en Domaio, Carlos Durán, Bardem, Paco Regueiro, Antón Eceiza, Jaime Camino, Carlos Durán, Ribas, José María Forn... gran parte de la escuela de Barcelona. Uno de los puntos de encuentro de la gente que giraba en torno a la Junta Democrática era el cineclub Cíes. A uno de ellos, no voy a decir el nombre, mi suegro le llamaba picaflor porque venía cada vez con alguna diferente: "Andas cambiando tanto aún estando casado y vas a acabar con la peor", le decía. También estuvo cenando en mi casa Carrillo, tras una conferencia que dio en Barreiro, yo creo que con Suárez en el poder. Estaba Josechu Curiel, Luis Noya... Mi suegro, "Rogeliño", le decía : "Contra el pico de oro de la Dolores (Ibárruri) no tienes nada que hacer".

>> "Mi relación oficial con la natación acabó como competición en los años 60, aunque la íntima y personal duró hasta hace un año, con 85, en que seguí nadando por mi cuenta 1.000 metros diarios. Mis negocios los seguí atendiendo hasta los años 80 y es ahora cuando más veo limitada mi movilidad, al tener que recurrir a bastones. La edad no perdona que mi actividad fue muy larga. Pero en mi memoria, que es lo que ahora procuro tener más activo, guardo como oro en paño toda esa vida mía junto a las aguas. Y junto a mi mujer, con la que ya llevo unido casi 60 años".

Corriendo detrás del tren

  • M e acuerdo cuando fuimos a un campeonato a La Bastida, yo recién operado de los tobillos, bajamos en Venta de Baños a tomar un café y, cuando me di cuenta arrancaba el tren sin mi, todos ya dentro. ¡Qué imagen, ellos por las ventanas gritando ¡Melitooo corree!, y yo corriendo con mis tobillos tocados detrás del mismo. Llegué, por cierto, y conseguí subir en marcha. Eran otros tiempos, otros trenes, otros guardiaciviles... Recuredo que en un campeonato de España de waterpolo la Guardia Civil detuvo a mi hermano Luis y creo que a Pedro Rica por increpar al árbitro. Y yo en el agua, viendo cómo lo detenían".

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