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ESTELALa última gran campaña en busca del oro de Rande

Recuperaron algunos cañones de la batalla de Rande pero no encontraron oro ni plata

Owen Lee (izda.) y John Potter, en el Museo do Mar vigués en octubre de 2002, al conmemorarse el 300 aniversario de la batalla de Rande.

Fue la última gran expedición en busca de los tesoros de Rande y dejó una profunda huella en la sociedad gallega de la época. Los relatos que escribieron los protagonistas de la aventura -que duró casi cinco años- recogen sus trabajos submarinos, pero también anécdotas sobre la forma de vida de la Galicia marinera de hace 60 años.

En agosto de 1955, la Atlantic Salvage Company del ingeniero estadounidense John S. Potter obtiene del Gobierno español la concesión por tres años, renovable por dos más, para trabajar en la búsqueda de los galeones hundidos en la ría de Vigo durante la batalla de Rande, librada en la ensenada de San Simón entre las flotas anglo-holandesa e hispano-francesa el 23 de octubre de 1702.

Potter y su equipo llegaron a Vigo a principios del otoño de 1955 y antes de iniciar las prospecciones se desplazaron a París para comprar la primera partida de material. Por problemas burocráticos tuvieron que esperar tres días para entrar de nuevo en España. John Potter calculaba que en el fondo de la ría de Vigo permanecía todavía la mercancía de unos 1.100 cofres, mientras que su compañero de aventura en Rande, el belga Robert Sténuit, afirmaba que el fango escondía 40 millones de piezas de a ocho. En la concesión se establecía que todo cuanto se encontrase pertenecía al Estado español, que entregaría a la compañía concesionaria el 50% del valor de los objetos extraídos, o el 40% si superaban el millón de pesetas.

Además de Potter formaban la expedición los "hombres-rana" Florent Ramaugé, Michael Gaynor, John P. Nathan y Owen Lee, a los que en marzo del año siguiente se uniría Robert Sténuit. En una anterior visita a la ría, en 1954, el buceador belga al ver por primera vez las bateas de mejillones pensó que se trataba de plataformas de prospección que se le habían adelantado en la búsqueda de los famosos tesoros.

Durante bastante tiempo los hombres de la Atlantic Salvage Company buscaron una embarcación que les sirviese de base de operaciones. "Nos ofrecieron todas las carracas jubiladas, todos los cascos podridos de la bahía", recordaba Ramaugé. Cierto día, no sin una buena dosis de sigilo, se les acercó un joven preguntándoles si buscaban una embarcación. "Todo Vigo lo sabía -añadía Florent-, pues habíamos puesto anuncios en el Faro de Vigo". El mozo, que se llamaba Enrique, les enseñó un galeón, una embarcación destinada al transporte de arena, el "Dios te guarde", que se convertiría en base flotante. Como marinero de confianza contratan a Faustino Otero, "un gallego membrudo, tan alto como ancho, fuerte como un roble". El "Dios te guarde" era una barcaza de treinta toneladas, de 13 metros de eslora y 4,30 de manga. Sorprende a los buceadores de Potter que las barcas vayan a buscar arena fina a las playas de las islas Cíes -"parecen dunas flotantes"- y sobre todo el desembarco de la arena en el puerto de Vigo, con marineros con el torso desnudo cargando grandes cestas a sus espalda, "como los egipcios trabajando en la Gran Pirámide".

"El ´Dios te guarde´ tenía más bien el aspecto de un barco-lavadero, sobre todo teniendo en cuenta que de él colgaban calzoncillos puestos a secar", relata Sténuit, que se fue a vivir con Florent Ramaugé en una pequeña casa de pescadores situada junto al mar en Rande. Potter, por su parte, se estableció en Baiona.

El equipo de Atlantic Salvage Company se dispuso a comprobar el estado de los 25 pecios de galeones que tenían catalogados en la bahía de Rande. Las primeras investigaciones se centraron en el pecio del "Toro", situado a 50 metros de una empresa mejillonera de la bahía de Rande. Sólo encontraron montones de vigas informes. Después trabajaron encima del pecio del "Tambor", nombre que le dieron los pescadores de la zona. Encontraron allí huesos, algunos restos de cerámica, plomo y balas de cañón.

Con la incorporación de Sténuit, el equipo se dividió en dos grupos autónomos, pues habían alquilado en Baiona una pequeña embarcación, la "Conchita", en la que los días de calma parten los expedicionarios a trabajar aguas de las Cíes. John Potter consiguió entonces una importante documentación sobre el "H.M.S. Monmouht", el buque inglés que llevaba como presa de guerra al galeón español más ricamente cargado, el "Santo Cristo de Maracaibo", que se hundió en las proximidades de las Cíes al chocar contra un arrecife. El coronel Gowen situó ese lugar en Os Castros de Agoeiro. Potter llegó a poner anuncios en Vigo en los que llegaban a ofrecer hasta 10.000 pesetas a quien facilitase información sobre el galeón hundido al sur de las islas Cíes.

Ambiente marinero

Tras obtener el permiso del Consejo de Ministros para extender la concesión a la zona de Cíes, el equipo de Potter trasladó su base de operaciones al puerto de Baiona en los primeros días de junio de 1956. Con patrón y tripulación renovada, el "Dios te guarde" comenzó a trabajar en la zona. "Las islas Cíes son realmente impresionantes", escribe Sténuit en su libro antes de pasar a describirlas con detalle. En cuanto a los habitantes de Baiona, los define como "unos amigos muy hospitalarios". Están en verano, y al regresar al puerto de sus trabajos en aguas de Cíes, "la sangría, muy fresca, nos espera en el bar Moscón".

Describe asimismo el buceador belga cómo era el ambiente marinero de aquellos años en la villa de Baiona: "Las siete de la mañana: me despierta la sirena de una trainera que vuelve de su pesca nocturna; su sonido prolongado llama a las mujeres, que llegarán chillando, con la cesta sobre la cabeza, a buscar el pescado que se venderá esta mañana en subasta pública bajo los arcos del viejo mercado cubierto".

Llama la atención a los expedicionarios la variedad de embarcaciones que encuentran en los puertos de la costa gallega, desde las gamelas -"chatas de fondo"- de Baiona, a las barcas de A Guarda, "unos verdaderos cajones, muy pesados y casi cúbicos", pasando por las de Panxón, con forma puntiaguda, o las de la desembocadura del Miño "finas y largas".

En la primera semana de septiembre de 1956, los "hombres-rana" localizan en las Cíes dos cañones y restos de un buque inglés de 1750 a 1800. Mientras tanto, conversan con las marineros de la zona sobre la localización de Os Castros de Agoeiro, que según los pescadores no coinciden con la localización que figura en las cartas náuticas.

En noviembre de ese año, Potter viaja a Nueva York e inicia las gestiones para hacerse con un detector magnético que les ayude a localizar el "Santo Cristo de Maracaibo". Se trata de un magnetómetro submarino, similar a los utilizados por los aliados durante la II Guerra Mundial para detectar submarinos enemigos. El magnetómetro llega a España en febrero de 1957, pero por cuestiones burocráticas permanece bloqueado en la aduana del aeropuerto de Madrid durante tres meses.

En junio de 1957, algunos periódicos españoles informan de que la expedición de Potter ha encontrado en los pecios decenas de millones de pesetas, algo totalmente falso. Pasan las semanas y "la prensa española continuaba ocupándose mucho de nosotros -refiere Sténuit- En términos más prudentes, entre los todos y el último discurso del Caudillo, tenía al lector al corriente de todas nuestras actividades; cada cañón, cada bala recuperada era fotografiada y comentada". Los "hombres-rana" de Potter son ya por entonces muy populares en Vigo, Redondela y Baiona. También se hizo famoso "Rhhippe", el viejo jeep de Potter que había estado en las campañas de Libia y Túnez.

Cañones y balas

De nuevo en la zona de Rande, los buceadores de Potter descubren en Cesantes restos de varios galeones "auténticos", hundidos bajo la laya en aguas poco profundas, y centenares de balas de cañón cubiertas de óxido, así como algunos utensilios, entre ellos cucharas de madera. "Mientras subíamos maderas, bolas y algunos objetos diversos, la Comandancia de Marina de Vigo observaba nuestros trabajos muy de cerca", reseña Robert Sténuit. Desde la ribera, el contramaestre de Redondela iba cada día a observar las operaciones con unos prismáticos. "La vigilancia se hizo muy severa -añadía el buzo belga- cuando subimos estas grandes masas de lastre que tanto nos intrigaban", y que resultaron ser "dos formidables cañones de hierro, de aspecto absolutamente nuevos", así como balas. Del hallazgo de estos cañones cerca de Cesantes daba cuenta Faro de Vigo en su edición del 17 de abril de 1957, que informaba también de la localización de otros.

Los buzos de la Atlantic Salvage Company realizaron trescientas horas de buceo en las proximidades de Os Castros de Agoeiro, pero los rastreos con el magnetómetro no dieron ningún resultado positivo.

Al año siguiente, el equipo de Potter se vio envuelto en una agria polémica. Al parecer, algunos buceadores contrabandistas de la zona protagonizaron ametrallamientos nocturnos y abordajes en alta mar relacionados con el tráfico ilegal de tabaco y de aparatos de radio. La Comandancia de Marina prohibió entonces toda actividad subacuática en la comarca, incluida la del equipo de Potter. Pasaron meses hasta que se descubrió a los culpables y se dejó trabajar de nuevo al "Dios te guarde".

Por entonces, otoño de 1958, Stéiner había abandonado ya el grupo. Potter se fue recuperando poco a poco del abatimiento que le produjo aquella situación y siguió realizando dibujos con las localizaciones de los pecios. Utilizó entonces sus influencias en el Ejército estadounidense para conseguir que aviones procedentes de la base de Rota realizaran varios vuelos de reconocimiento por la ría de Vigo con un detector volante. El experimento tampoco dio resultado, aunque sí se detectaron tres masas metálicas importantes.

Como señaló John Potter durante su estancia en Vigo con motivo del 300 aniversario de la batalla de Rande, "si se encuentra el ´Santo Cristo de Maracaibo´ será un hallazgo increíble: hay millones y millones de dólares en plata en ese barco. Pero el mayor valor es localizar un barco intacto de hace trescientos años porque a la profundidad donde puede hallarse se mantiene intacto. Sería de un gran valor para la arqueología. Creo que lo encontrará alguien en un plazo de veinte años".

Otros investigadores, como Ramón Patiño, sostienen que no existe ningún documento de la época que diga que fue el galeón hundido en Cíes fuera el "Santo Cristo de Maracaibo". En su libro "Los tesoros de Rande", explica que existen varios documentos que recogen que los ingleses se llevaron el navío de Pedro Méndez y según el registro de navíos del Archivo General de Indias era el "Nuestra Señora de los Remedios".

En la primavera de 1959, Robert Stéiner regresó a trabajar con el grupo, pero la concesión iba llegando a su fin y los resultados seguían siendo negativos. Finalizaba así una expedición que fracasó en su objetivo pero que constituyó toda una aventura. Como señalaba John S. Potter durante su visita a Vigo en el año 2002, "gastamos unos 200.000 dólares, más o menos, que ahora equivaldrían a entre medio millón y un millón de dólares (?) pero después de salir de Vigo llevábamos la idea de volver para buscar el tesoro".

Rescataron a 23 víctimas del "Ave del mar"

  • El tragedia del "Ave del Mar", un pesquero de Moaña que naufragó el 10 de noviembre de 1956, fue el episodio más triste de los vividos en la ría de Vigo por John Potter y su equipo, que recuperaron los cuerpos de 23 de las 26 víctimas mortales. El propio Potter lo evocaba así en octubre de 2002 durante un homenaje que le rindió el concello de Moaña: "Todavía hoy lo recuerdo con lágrimas en los ojos. Ha sido el episodio más emocionante de mi vida. Todo nuestro equipo salió a la mar. Una noche que estaba en casa me llamaron y me dijeron si podíamos colaborar en la misión porque los buzos de la Marina no encontraban los cadáveres de aquel pesquero hundido junto a las islas Cíes. Me dijeron que nos darían dos mil pesetas por cada cuerpo que encontráramos. No quiero dinero, les dije: es un honor participar en esta labor de rescate", señaló el protagonista de la misión. "Estuvimos unos quince días trabajando sin descanso. Localizamos el barco en el fondo del mar y sacamos veintitrés cadáveres".

Otras expediciones famosas

  • El belga Sténuit, con dos de los cañones rescatados en Rande en 1957. // Journal Tintin 1960En los tres últimos siglos han sido numerosos los intentos de recuperar los tesoros de los galeones españoles hundidos en Rande en 1702. He aquí algunas de las más importantes. >> 1703. La Corona española encarga al buceador holandés Wibe Wibrants la búsqueda de las mercancías hundidas en Rande. El famoso submarinista anuncia el hallazgo de porcelana china, collares de plata, diadema de diamantes, estatuillas, imágenes religiosas...>> 1720. El sueco Lieber Wolters Sjöhjelm logra rescatar un cañón de 1.300 kilos del buque "Almirante". Obtiene también algo de plata, cochinilla y madera de Campeche. Reconoce dos de los pecios franceses. En esta expedición trabajaban sesenta personas con dos embarcaciones.>> 1720. El francés Alexandre Goubert es el siguiente aventurero que prueba suerte en la ría de Vigo. Durante diez años estará vinculado a los galeones, principalmente a los restos del "Toxo". Logra retirar el lodo que lo cubría y vararlo en la playa, donde se desguazaron la popa y la proa. Cañones de hierro, cuatro marcos de plata, palos Campeche... son los frutos más valiosos de este trabajo.>> 1825. El inglés Isaac Dickson exhibe una campana desde la que los buzos suben a la superficie los objetos rescatados. Por encargo real, Dickson trabajará en los pecios "Tambor", "Espiche", "Almirante", "Cruceta", "Chaternau", "Tella", "Barra", "Madera", "Telleiro", "Adreira", "Toxo" y "Sotelo". Llegó con una campana de bronce y una bomba flotante para enviar aire. Descubrió 12 barcos y registró 8. Logró tres ánforas, 25 cañones, una fuente de plata de 1695. Antes de irse buscó el galeón hundido en las Cíes, el que más tarde identificaría Sténuit como "Santo Cristo de Maracaibo".>> 1870-73. El francés Hippolyte Magen llega a Vigo con un invento revolucionario: una escafandra totalmente autónoma de sus paisanos Rouquayrol y Denayrouze. Como botín, la expedición obtiene 60 kilogramos de plata, 40 de plomo, cañones, anclas, objetos diversos, maderas, tintes...>> 1903. El ingeniero italiano Giuseppe Pino llega a Vigo con su flamante invento: un hidroscopio flotante. Intenta extraer uno de los galeones del fango con uno de sus elevadores Excelsior. Con él viaja Carlo Iberti, que en 1941 publica en Milán "Tre milliardi nella baia de Vigo".>> 1989 -1993. Tras una campaña financiada por el Programa Quinto Centenario, el capitán de navío Enrique Lechuga asegura haber hallado en las proximidades de Cíes restos del "Santo Cristo de Maracaibo". Un análisis de carbono 14 reveló que la madera encontrada por marineros que faenaban en la zona coincide cronológicamente con la fecha de la desaparición del galeón.

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