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Méndez Núñez, hombre de la mar en barco de leyenda

Arturo Pérez Reverte homenajea al célebre marino vigués y a la fragata acorazada "Numancia" en una muestra que tiene como sede el Museo Naval de Madrid

Comisariada por el escritor Arturo Pérez Reverte, "Hombres de la mar, buques de leyenda" es una exposición que pretende acercar al gran público la historia del mar, de los marinos y de la navegación, pero de un modo ciertamente original. Para ello, el autor de "Hombres buenos" ha escogido once buques emblemáticos tomados tanto de la realidad como de la ficción, cuyas maquetas, y otros objetos, a la par que sus viajes e historias (reales o ficticias) se exhiben en el Museo Naval de Madrid.

La lista está encabezada, en orden cronológico, por la nave "Argos" (tomada del imaginario griego), a la que siguen la nao "Victoria", la galera "Marquesa" (donde embarcó Cervantes), la "Hispaniola", el "San Juan Nepomuceno", la "Bounty", el "Pequod", la fragata "Numancia", el "Nautilus" inventado por Julio Verne, el "Titanic" y el "Bismarck" de la Armada nazi.ç

Casi todos ellos son barcos sobradamente conocidos, aunque hay algunos de los que solo tienen noticia los aficionados a la navegación histórica. Entre ellos se encuentra la fragata "Numancia" , entre cuyas hazañas cabe citar el hecho de que fue el primer buque acorazado que dio la vuelta al mundo.

Retrato de Méndez Núñez.

Botada en 1863, la "Numancia" era uno de los barcos más importantes de su época y, también, de los más emblemáticos en la historia de la Armada española. Con un tonelaje de 7.406, eslora de 96, 8 metros y manga de 17,3 m., estaba impulsada por una máquina de 7.402 toneladas que le proporcionaba una velocidad de 12 nudos. Sobre un casco de madera llevaba protección de acero e iba dotada de una, para su tiempo, moderna artillería (34 cañones de 200 mm.).

El 4 de febrero de 1865, una vez armada y equipada, y con una tripulación de 590 hombres, zarpó de Cartagena al mando del capitán de navío Casto Méndez Núñez, incorporándose a la escuadra española del Pacífico que combatía la independencia de las nuevas naciones hispanoamericanas.

Méndez Núñez (Vigo, 1824-Pontevedra, 1869) era en aquel momento uno de los oficiales más prestigiosos de la la Armada Real. Había sido ascendido a capitán de navío en 1862 por lo méritos contraídos en la guerra de Filipinas, tras la que se le otorgó el mando del vapor de ruedas "Isabel II" con el que se dirigió a Venezuela rompiendo el bloqueo que habían impuesto los insurgentes y penetrando en Puerto Cabello para proteger a la colonia española amenazada. Poco después, tuvo que acudir a sofocar un levantamiento en Puerto Plata (isla de Santo Domingo), donde logró desembarcar al mando de seiscientos cincuenta soldados que, sigilosamente, llegaron hasta el único fuerte que aún quedaba en manos de los españoles. A su regreso a la Península, se le daría el mando de la fragata "Princesa de Asturias", con la que participó en varias operaciones, hasta que fue nombrado Jefe de Personal de la Marina.

Pero Méndez Núñez era un hombre de acción, de ahí que, a los pocos meses, se le asignase la "joya de la Corona" que en aquellos momentos representaba la "Numancia". Al mando de ésta se sumó, así pues, aquel invierno de 1865, a una campaña en la que estuvo a punto de perder la vida.

Méndez Núñez car herido en el combate de El Callao

"En el combate de El Callao, en el que la sangre del propio Méndez Núñez salpicaría la cubierta -escribe el periodista Jesús García Calero- un proyectil Blackely de 450 libras impactó entre la cuarta y quinta porta del costado de estribor de la Numancia, cerca de la línea de flotación. Fue disparado a 1.350 metros de distancia por la batería del fuerte de Santa Rosa, y tras rebotar en el agua perforó la plancha de 13 cms. y hasta 48,5 cms. del almohadillado de teca, pero cayó al agua por la elasticidad del forro. La abertura se taponó después del combate con ladrillos y cemento hidráulico mezclado con limaduras de hierro". Fue en ese episodio bélico cuando se dice que Méndez Núñez pronunció la histórica frase de "Más vale honra sin barcos que barcos sin honra".

La "Numancia" había estado bombardeando durante más de seis horas las baterías y fuertes costeros del puerto peruano, recibiendo más de 50 impactos de la artillería peruana en una acción que históricamente puede considerarse el precedente de la guerra con Estados Unidos, que tres décadas más tarde llevaría a España a los desastres navales de 1898.

Tras su reparación, la fragata emprendió el regreso a España, pero en lugar de hacerlo por la ruta más corta, se trasladó primero a Filipinas para desde allí bordear el Cabo de Buena Esperanza realizando una circunnavegación que duró 2 años y 7 meses (llegó al puerto de Cádiz el 20 de septiembre de 1867).

De su historia posterior, cabe decir que fue el buque insignia de la flota insurrecta que se adhirió a la proclamación de la Primera República española, siendo posteriormente reconvertida en guardacostas. Dada de baja y remolcada rumbo al desguace, naufragó el 17 de diciembre de 1916.

Por su parte, Méndez Núñez continuaría cosechando éxitos en su carrera militar y política. Con la Revolución de la Gloriosa (septiembre de 1868) sería ascendido a teniente general (equivalente a vicealmirante) y nombrado vicepresidente de la Junta Provisional de la Armada primero y Vicepresidente del Almirantazgo después. La muerte le sorprendió desempeñando ese cargo a la edad de 45 años. Su cuerpo reposa hogaño en el Panteón de Marinos Ilustres de Cádiz.

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