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Cuando las emociones condicionan la salud

" Emotivos Anónimos lleva trece años funcionando en Vigo como grupo de autoayuda basado en el sistema de los 12 pasos

Asistentes a una reunión del grupo Emotivos Anónimos en Vigo. // José Lores

Son de diferentes edades, procedencias sociales y niveles formativos. Tienen en común una sensibilidad extrema hacia las emociones que les condiciona sus vidas afectando a su salud. Son los integrantes del grupo Emotivos Anónimos La Amistad de Vigo, que lleva trece años funcionando con el sistema terapéutico de los 12 pasos muy extendido en Estados Unidos y exportado a Europa, donde se conoce sobre todo aplicado a la adicción al alcohol.

Sin líderes, creencias religiosas ni ánimo de lucro, el colectivo se encuentra abierto a la entrada de nuevos integrantes que puedan necesitar ayuda. Para ello celebran el próximo sábado una jornada de puertas abiertas en el piso de Travesía de Vigo, 20 1ºB donde tienen su sede y celebran reuniones los miércoles de 20:30 a 22 horas y los sábados de 11:30 a 13 horas.

En la jornada divulgativa del próximo sábado tratarán mediante charlas diferentes emociones. Así a las 11:30 horas hablarán de la ansiedad; a las 12.15 del miedo y a las 17:30 de la soledad.

En estos 13 años de existencia han celebrado unas 1.100 reuniones por las que han pasado unas 270 personas.

Marifé es una de las veteranas y pioneras en el grupo. Conocía el método de los 12 pasos por su asistencia a otro grupo al que acudía para ayudar a un ser querido. "Me sentía sola aunque estaba rodeada de amigos y familia, incomprendida, llena de ira y con una baja autoestima", recuerda. Este malestar la llevó a la consulta de un psiquiatra que le prescribió medicación. "No me ayudaba, en cuanto me pasaba el efecto volvía a estar mal", explica. Su incorporación al grupo de Emotivos Anónimos supuso para ella "encontrar a gente que entendía mi problema". Con el paso del tiempo y numerosas reuniones donde se comparten experiencias, siempre con la premisa de no dar consejos, Marifé se siente recuperada. "La Marifé que entró estaba desesperada porque no encontraba salida a sus problemas, estaba sola emocionalmente, sufría muchísimo, tenía miedo a reír porque se sentía sin derecho a estar alegre, estaba ansiosa por un problema que tenía y llena de rencor", relata. "La Marifé de hoy es más alegre, más serena, acepta las cosas, que no es lo mismo que resignarse".

David conoció el grupo hace cinco años aunque no comenzó a ser asiduo a las reuniones hasta hace tres. Su problema con el alcohol lo había llevado a Alcohólicos Anónimos, por lo que el sistema de los 12 pasos no le era extraño. En su primera etapa en Emotivos Anónimos "llegué con los ojos vendados, me parecía bien que hubiera personas que buscasen hacerse mejores a base de ser sinceros, pero no creía que eso fuese importante para mí". Un diagnóstico de esquizofrenia y un año de reclusión en su casa le sirvió para intuir que su problema con el alcohol podía tener raíces emocionales. "Tenía obsesión-compulsión -explica-, así que volví a las dos comunidades (Alcohólicos y Emotivos) y me sentí más cómodo en esta". Con el paso del tiempo, reconoce que su problema era "relacionarme con los demás, no me sentía cómodo, era muy negativo, no escuchaba; ahora he hecho un curso de FP con prácticas en empresa, tengo novia y amigos; pienso seguir yendo a las reuniones mientras me beneficien; lo que más me ayuda es compartir en voz alta y escuchar a los compañeros, además de hacer los servicios que me correspondan en el grupo". Y es que en Emotivos Anónimos se reparten las tareas, con el objetivo de que todos sean iguales y no haya ningún líder ni jerarquía. De modo que se turnan para hacer de moderador en las reuniones, llevar el servicio de cafetería, atender el teléfono, abrir la sede, etc.

Toñi es la más nueva en el grupo. Llegó hace cinco meses por consejo de su psicólogo, que había acudido un día a una reunión a ver como funcionaba el grupo. "Llegué en un momento de mucha desesperación, ni hablando tenía consuelo; fue llegar y a medida que me iban dando la bienvenida me sentí arropada; iba escuchando relatos de los asistentes y se me fueron moviendo cosas, así que ya me decidí a hablar en la primera reunión". Según relata Toñi, su problema emocional viene desde la infancia, ya que se sentía una niña diferente al resto, "quizás porque me sentía vacía , y cubría ese vacío volcándome con las personas de mi alrededor". Esa personalidad derivó ya de adulta en la dependencia emocional hacia una persona: "Necesito que me den cariño y me humillo para recibirlo". En el escaso tiempo que lleva en el grupo dice que está a punto de empezar el primero de los doce pasos (admitir que tenemos un problema/desequilibrio emocional y que no sabemos salir de ahí solos). "Ahora veo para dentro, para conocerme a misma; mi terapeuta me ve mejor pero sin decírmelo él yo ya noto mejoría".

Antonio conoció la existencia de este grupo por un artículo en FARO DE VIGO hace tres años. A punto de prejubilarse y tras una vida laboral que le exigía ser sociable, se encontraba en "un pozo sin salida", tal y como él mismo describe. "Tenía claustrofobia, miedos, buscaba la soledad, siempre estaba triste, me sonrojaba con facilidad,... aunque tenía temporadas alegres". Antonio sitúa la raíz de sus problemas en su infancia, en una familia en la que se gritaba en lugar de hablar, en una madre que le inculcó ira, y en querer aparentar ser alguien diferente para contrarrestar unos defectos de carácter oculto. "Fui a psicólogos y psiquiatras, aunque no fui diagnosticado ni me preocupa saberlo; lo que me interesa es que ya no me siento un caso raro, he identificado mis problemas y ahora toca aceptarlos para luego solucionarlos".

El grupo dispone de un número de teléfono al que pueden llamar las personas interesadas en conocerlo (886 12 30 25).

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