Crímenes
De asesinatos en serie a cadáveres troceados en neveras: la crónica negra de Tailandia (más allá del caso Sancho)
El mundo de la noche tailandés atrae a mafias globales y facilita la transgresión y la corrupción cuando se tiene dinero
Adrian Foncillas
La policía tailandesa encontró este mes un cráneo con un agujero de bala en la nuca y varios dientes ausentes, pedazos humanos devorados por perros, un hacha y una sierra en un callejón de la ciudad de Nonthaburi, capital de la provincia homónima. Un local, el único detenido, describió cómo los tres japoneses que le habían contratado para conducirles hasta una recóndita fábrica discutieron y le pidieron que saliera del vehículo. Fumaba cuando escuchó un disparo y vio a dos de ellos con bolsas de basura. De eso se habla aquí estos días.
Nadie atiende en Tailandia a un juicio escrutado en España con minuciosidad entomológica. Para los criminólogos consultados por este diario es apenas un eco diluido entre la fragorosa crónica negra nacional, un fósil enterrado por la actualidad. En los aledaños de la Corte Provincial de Koh Samui estas semanas se aprietan, como el pasado año en los de la prisión, decenas de periodistas españoles sin más presencia local que sus traductores. El asesinato premeditado o muerte accidental del colombiano Edwin Arrieta, según las fuentes, es semiclandestino en la prensa tailandesa.
Patrón conocido
Es un patrón conocido. La detención de Daniel Sancho apenas robó un par de efímeras portadas cuando monopolizaba las tertulias televisivas españolas. Nadie conoce aquí al padre actor y al caso no le escaseó la competencia el pasado año. Fueron días intensos incluso para los estándares tailandeses. En las mismas fechas fue detenida una mujer por haber asesinado en tres años a 11 personas con cianuro, incluidos amigos, exnovios y policías.
Y poco después fueron arrestados varios alemanes y un paquistaní tras ser descubierto en un congelador lo que quedaba de otro alemán al que le habían desplumado más de 100.000 euros en Pattaya, la ciudad-burdel de Asia. Las similitudes con el caso Sancho no acaban en el troceado meticuloso, también la investigación había sido capitaneada por Surachate o Big Joke, el número dos policial ahora en desgracia. Un descuartizamiento por motivos económicos o amorosos como el de Sancho no aportaba mucho al paisaje.
Tercer español procesado por asesinato
No da tregua Tailandia ni hay predio periodístico más fértil que el criminal. No escasean los asesinatos en Koh Samui, donde es juzgado Sancho, ni tampoco en Koh Panghán, la isla donde murió Arrieta, ni siquiera en Koh Tao, un minúsculo reducto de buceadores y apariencia relajada. Sancho es el tercer español procesado por asesinato en ocho años. Es una rareza estadística. En China, potencia turística, este corresponsal no recuerda ningún crimen de sangre cometido por españoles en casi dos décadas. Artur Segarra, estafador de ancianos en Catalunya, fue condenado a muerte y después a cadena perpetua por asesinar y descuartizar al ilerdense David Bernat en Bangkok en 2016. Cuatro años después fue condenado Carlos Alcañiz, egarense de ínfulas mesiánicas y desequilibrios mentales, por matar en Ban Tai a un compañero de trabajo chileno.
Mafias globales
Los extranjeros fallecidos son lo que la tradición periodística describe como el perro que muerde a un hombre. Murieron 431 turistas en 2021: 245 por accidentes, 136 por causa natural y 50 por otras vías. Son minoritarias, pero no despreciables, las muertes violentas. ¿Qué conduce a esas mortandades en el país de las sonrisas? Cualquiera que lo haya disfrutado apunta a ese libertinaje de drogas, alcohol y putas que relaja la rectitud moral. “El país atrae a las mafias globales porque el mundo de la noche es fácilmente manipulable si tienes suficiente dinero”, opina Luis Garrido Julve, periodista con 13 años en Tailandia, terco explorador del submundo y editor del canal de Youtube Bangkok Bizarro.
“Hay una falsa sensación de seguridad y libertad. Es mucho más probable que te atraquen en Barcelona pero ahí puedes confiar en la policía y aquí te robará. Esa es la paradoja: aquí hay menos delitos pero también tienes menos garantías”, señala. No es raro conducir sin carnet ni perpetuarte con un visado de turista en Tailandia y esas inocuas transgresiones cotidianas fomentan la certeza de que puedes corromperlo todo con dinero, opina. Las redes sociales han terminado con los desmanes impunes en Tailandia como embridó las corruptelas en China.
¿Es Tailandia segura para los turistas? Los millones que visitan sus playas y templos cada año lo atestiguan. No hay riesgos serios para los que llegan sin intención de matar y descuartizar a otro.
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