Jordi M., el presunto asesino de los dos jóvenes del pantano en Susqueda, le confesó a su compañero de celda el mismo día que ingresó en el penal de Figueres que quien había matado a los jóvenes Marc y Paula era "su hijo" y que él, como gran conocedor de la zona, le había ayudado a deshacerse de los cuerpos.

Los investigadores concluyeron que era creíble que hubiera contado esa historia, pero no la participación directa en el crimen que le atribuía a su hijo porque todo apuntaba al padre. El preso aseguró que Jordi M. le contó que él y su hijo "manipularon los cadáveres" y como él se reconoce un gran conocedor del pantano, fue quien eligió la zona donde tirarlos al agua, incluso le concretó a su compañero que les tuvieron que poner piedras a los cuerpos para que "no salieran a superficie".