El matrimonio de Alberto y María José había cumplido ya 30 años. Ella, cansada de soportar malos tratos (durmió dos meses en un coche) anunció que se divorciaba, lo que pudo precipitar el crimen. Su hijo aseguró ayer ante el tribunal que "amaba su vida, a su hijo, a sus nietos. Jamás se intentó suicidar y además no tenía fuerzas para subirse y tirarse por la ventana". "Es una tontería de ese capullo", expuso en referencia al acusado, a quien llamó "asesino" en los pasillos.

Explicó que el acusado atormentaba a su madre psicológicamente, si bien ella nunca le comentó nada de maltrato físico. Manifestó que su madre no podía hablar por teléfono delante del acusado porque "la quería solo para él" , si bien le contó que cuando preparaba té, Alberto le instaba a probarlo primero porque "creía que le estaba envenenando".

Dos profesionales del Centro Municipal de Información de la Mujer explicaron que María José les contó los malos tratos pero no quiso denunciarlos. "Sólo quería asesoramiento para divorciarse", un proceso que inició días antes de su muerte". "Le daba miedo y pena denunciar porque estaba enfermo psiquiátrico", apostillaron. "Siempre creí que esto iba a acabar mal", concluyó una de ellas.