El presunto homicida del farmacéutico Tomás Milia Méndez, de 72 años, Alexandru Marius Luca, de 22, eligió ayer no prestar declaración en la primera jornada del juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Ourense, al igual que a lo largo de todo el proceso, salvo por su confesión plena a la Policía después de ser detenido por el crimen de octubre de 2013.

En la vista únicamente respondió a la presidenta de la sala para negar la autoría de los 4 delitos que se le atribuyen: homicidio o asesinato, robo con violencia, atentado a agentes de la autoridad y daños por incendio (o delito de incendio con grave riesgo para la vida). El fiscal, Carlos Valenzuela, pide 33 años de prisión, como el abogado del viudo. La otra acusación particular, que representa a los sobrinos y al hermano de la víctima -el alcalde de Carballeda de Avia-, reclaman 49 años.

En la vista únicamente respondió a la presidenta de la sala para negar la autoría de los 4 delitos que se le atribuyen: homicidio o asesinato, robo con violencia, atentado a agentes de la autoridad y daños por incendio (o delito de incendio con grave riesgo para la vida). El fiscal, Carlos Valenzuela, pide 33 años de prisión, como el abogado del viudo. La otra acusación particular, que representa a los sobrinos y al hermano de la víctima -el alcalde de Carballeda de Avia-, reclaman 49 años, observando entre las posibilidades los dos delitos que implicarían una pena mayor (asesinato e incendio).

En octubre de 2013, Marius Luca, asistido de una primera abogada de oficio, reconoció a la Policía Nacional haber acuchillado al septuagenario después de una discusión por el precio de una relación sexual contratada. Ese día habían hablado 13 veces. Supuestamente, pretendía pagarle 40 euros tras haber pactado 160. Alexandru se dirigió presuntamente a la cocina para coger un cuchillo -según el relato del ministerio fiscal-, o bien hizo uso de un arma blanca de la mesilla -según confesión policial-, y se abalanzó sobre el septuagenario. El joven le asestó hasta tres cuchilladas, dos en el lateral del cuello y otra en la zona del abdomen.

Su defensa, María Dolores González Moya puso en entredicho la investigación policial al cuestionar, entre otras ideas, que la Policía entrara, con orden judicial pero sin la presencia del juez, en la celda de Pereiro, para recoger dos cepillos de dientes y una maquinilla para cotejar su ADN. Además la letrada esgrime la hipótesis de un trastorno mental transitorio que condujera a una obcecación o arrebato del acusado. También solicitará la atenuante de intoxicación por alcohol o drogas, aunque los agentes dicen que lo encontraron "normal".