Una petición de penas por parte de la Fiscalía que suma 60 años y medio de cárcel frente a la solicitud de libre absolución de los abogados de los siete acusados, que también plantean la nulidad de la causa al ver irregulares las intervenciones telefónicas y la asignación del caso a la titular del Juzgado de Instrucción 3 de Vigo Marisol López, algo que rechaza el Ministerio Público. Son las posturas que ayer quedaron claras en el inicio del juicio a un presunto grupo de narcos que se compinchó para robar medio kilo de cocaína a dos arousanos en 2014 en Mos, asalto que se vio frustrado por un espectacular operativo desplegado por el grupo UDYCO de la Policía Nacional. El presunto líder, Marino Giménez, miembro de Los Morones y hermano de Sinaí, negó su relación con el tráfico de drogas. "Me dedico a las ferias ambulantes y a la compraventa de vehículos a pequeña escala; vinieron a por mí y punto", declaró el más pequeño de los hijos del rey de los gitanos, que añadió que no reconoce "en ningún momento" su voz en las intervenciones practicadas. Un guardia civil amigo de Marino y destinado entonces en Mos, Enrique P.M., está entre los procesados. También rechazó su vinculación con el narcotráfico, justificando su intervención aquel día porque recibió un "chivatazo" de Marino -que según su versión era amigo y fue confidente suyo en otras ocasiones-: aseguró que le dijo que unas personas "iban a venir con droga". Las conversaciones telefónicas entre Marino y el agente el día que presuntamente iban a dar el palo y las jornadas previas fueron constantes, incluso de madrugada. Entre ellos se intercambiaban apelativos como "guapetón", "guapo", "mi amol" o "chulín". "Su forma de hablar conmigo era cariñosa", justificó el guardia, cuya abogada es Eva García de la Torre, alcaldesa de Porriño.

La vista oral es en la Audiencia viguesa. Marino afronta la mayor petición. 12 años de prisión y multa de 170.000 euros. Además del delito contra la salud pública y de integración de grupo criminal que el fiscal antidroga de Pontevedra les atribuye a él y a sus supuestos compinches, Marino está acusado de tenencia ilícita de armas, ya que en un registro apareció una pistola Taurus para la que carecía de licencia. El resto de supuestos miembros de su banda afrontan 9 años y medio y 160.000 euros: son el guardia civil Enrique P.M.; Marcos G.B.; Alfredo I.G.; y Alfonso P.C. Con ellos van a juicio los arousanos a los que supuestamente iban a sustraer la droga: Modesto D.A., el único al que se atribuye reincidencia y para el que piden 6 años y 160.000 euros; y Benito O.O., que afronta 4 años y medio e igual sanción.

Marino -que salió recientemente de prisión por el caso de la presunta extorsión en mercadillos- declaró sólo a su abogado, señalando que era consumidor de drogas, aunque negando el tráfico. La forma en que "se buscaba la vida", dijo, eran las ferias ambulantes, la cooperativa y la compraventa de vehículos. Según su versión, la vivienda de Tomiño donde fue el registro no era suya, sino de un amigo, aunque él residía allí. La pistola hallada en una habitación, afirmó, no era suya. "Los policías sólo decían, ¿dónde está la droga? ¿dónde están las armas? Se volvían locos; venían a por mí", alegó. Su abogado ahondó en que el atestado policial inicial empezó por otra rama de la familia que no eran Los Morones, y que se basa en "meras especulaciones", ahondando en que "de forma gratuita" se acusa al clan de actuar "como una mafia".

El guardia civil accedió a contestar a todas las partes, incluido el fiscal. Justificó su intervención aquel día en Mos ya que Marino le dio "un chivatazo". Otras veces le había dado datos de otras cuestiones, señaló, y habían sido "buenos". Pese a ello, del soplo referido a la intervención a juicio no se fiaba mucho. "Marino es buena persona, pero un poco fantasma", afirmó. Aseguró que su "jefe inmediato" y "su compañero" ese día en el coche patrulla sabían del chivatazo, pero no otros mandos. "Si yo trabajo y está el teniente, el teniente se lleva el mérito", contestó al fiscal en una ocasión. En otra: "Para lograr algo [en el trabajo] a veces hay que rayar la legalidad". Sobre las conversaciones telefónicas con el miembro de Los Morones, en el que se hablaba de la ruta del coche o de cómo supuestamente iba a ser el asalto, el guardia dijo que "no seguía" indicaciones de Marino, sino que le "seguía la corriente". El resto de acusados se declaran también inocentes.