Parece como si se la hubiera tragado la tierra. El paradero de Diana Quer, la joven madrileña desaparecida el 22 de agosto del pasado año en A Pobra do Caramiñal, continúa seis meses después plagado de incógnitas. Ni la aparición de su teléfono móvil en la zona de Taragoña (Rianxo) donde las pesquisas le pierden el rastro ni el enigmático correo electrónico a nombre de una persona que decía ser la propia Diana han arrojado, aunque sea mínimamente, algo de luz sobre un caso en el que la Guardia Civil se volcó con todo tipo de medios.

Esta próxima semana se cumplirá medio año desde aquella noche en la que Diana, tras acudir a las fiestas con sus amigos, nunca más regresó a su casa de veraneo en la localidad coruñesa. El juzgado de Ribeira que investiga su desaparición acaba de prorrogar, otra vez más, el secreto que pesa sobre las actuaciones. En las últimas semanas no ha trascendido ningún dato que desvele en qué punto se encuentran las pesquisas. En cuanto a las declaraciones oficiales sobre el caso, nunca se movieron un ápice. "Siguen abiertas todas las hipótesis", ha insistido una y otra vez durante meses el delegado del Gobierno en Galicia Santiago Villanueva. ¿Dónde está Diana? La pregunta clave sigue sin tener respuesta.