"Llegó pidiendo auxilio y visiblemente nervioso". Así describió ayer Manuel Alberto Franco, propietario del restaurante Area Grande de A Guarda, el estado en el que el pasado 12 de marzo apareció en su establecimiento Manuel Alonso López, el conductor octogenario que ese día arrolló a un pelotón de 14 ciclistas que circulaban por la PO-552, carretera que comunica Baiona y A Guarda, uno de los cuales falleció y otros siete resultaron heridos. Este hostelero, un policía local de la localidad guardesa y uno de los ciclistas que integraba el grupo y resultó ileso fueron ayer los tres primeros testigos en comparecer en relación con el caso, los dos primeros en el juzgado que lleva las diligencias, el de Instrucción número 3 de Tui, y el tercero, por medio de exhorto, en uno de Vigo. Por el momento, la juez ha acordado la toma de declaración a un total de diez testigos.

El propietario del restaurante ratificó ante la juez lo que ya declaró en su día ante la Guardia Civil. El conductor investigado en la causa, que este abril cumplió 88 años, fue al establecimiento, del que era cliente habitual, tras el siniestro. "Llegó en su coche; el vehículo estaba destrozado, sin defensa, abollado y con el parabrisas roto; era evidente que se había producido un golpe importante", recordó ayer Manuel Alberto, quien añadió que el hombre le dijo que "había atropellado a unos ciclistas" y que "insistía" en llamar él para dar la alerta, algo que el testigo considera que se debió a que quería que quedase de manifiesto que no se desatendía del siniestro. En su comparecencia anterior ante los agentes, según se recoge en el informe técnico ya aportado a la causa, el hostelero había concretado que le indicó al octogenario que alertase al 061, si bien no sabía si había llegado a hacer esa llamada "porque el señor estaba tan nervioso que casi no podía utilizar el teléfono". Fue este testigo el que telefoneó a la Policía Local, tras lo cual se dirigió al lugar del accidente por si era necesario que prestase ayuda.

Agente

Además de Manuel Alberto Franco, también compareció en el juzgado tudense un policía local de A Guarda que se encontraba de servicio la mañana en la que ocurrió el accidente y que recibió la llamada del hostelero, dirigiéndose al restaurante al ser informado de que el conductor, del que relató que estaba bajo un fuerte estado de shock, estaba allí. También se ratificó en su declaración ante los agentes de la Guardia Civil, a los que relató que casi todo el tiempo que estuvo custodiando al conductor "se mantuvo callado, como abatido", agregando entonces que había que "hablar alto para que escuchara, porque le daba la impresión de que tenía problemas de audición [...]". El mismo agente, se recoge en el informe, relató que el conductor le dijo "que quería haber llamado para contar lo que había sucedido", pero que no sabía el número de la Policía Local, motivo por el que, agregó que le contó, se dirigió al restaurante "para pedir ayuda", ya que conocía el sitio pues había ido a comer con su familia en varias ocasiones.