La oleada de incendios forestales que ha padecido el norte de Portugal en los últimos días ha calcinado al menos 5.000 hectáreas, miles de ellas en dos fuegos ya controlados y situados a pocos kilómetros de Galicia.

Cuatro días después de comenzar la mayor oleada de fuegos del año, las autoridades lusas combatieron esta tarde varios grandes incendios, en la localidad de Gouveia de la sierra da Estrela; en Arcos de Valdevez, en el norteño distrito de Viana do Castelo; y en Vieira do Minho, en el también norteño Braga.

El incendio de Gouveia, situado en el distrito de Guarda, preocupó a las autoridades por estar próximo a valiosos parajes naturales del Parque Natural de la sierra de Estrela y se destacaron allí casi 300 efectivos para el combate de las llamas.

Los bomberos, sin embargo, lograron controlar a primera hora de esta mañana los fuegos declarados el pasado sábado en las localidades portuguesas de Vila Nova de Cerveira y Monçao, anejas a la frontera con la provincia de Pontevedra (Galicia).

Se calcula que fueron unas 3.000 las hectáreas quemadas por el fuego en Vila Nova de Cerveira, señalaron hoy a EFE las autoridades locales, a las que se suman otras 1.000 de la vecina Caminha, adonde las llamas llegaron en la jornada del lunes.

El alcalde de Vila Nova de Cerveira, Fernando Nogueira, matizó a Efe que las 3.000 hectáreas son un cálculo provisional sólo para su término municipal, y estimó que el fuego pudo arrasar más hectáreas.

En Monçao, el otro municipio de la frontera entre el norte de Portugal y Galicia castigado por las llamas, se calcula que han ardido aproximadamente 1.000 hectáreas.

El Gobierno de Portugal atribuyó este lunes la oleada de incendios en los últimos días a las "muy severas" condiciones meteorológicas en el país, azotado por el calor y una sequía extrema, y aseguró que no faltaron medios para combatirlos.

Las últimas cifras oficiales, conocidas la semana pasada, apuntan a que hasta finales de julio se cuadruplicó el número de hectáreas calcinadas por los incendios en suelo luso, hasta situarse en cerca de 28.000.

Son cifras todavía lejos de los años 2003 (con 400.000 hectáreas forestales calcinadas), 2005 (con 300.000), 2010 (con 118.000) y 2013 (con 145.000), año en el que murieron ocho bomberos, la mayoría con edades comprendidas entre los 19 y los 25 años, y un alcalde.

En manifestaciones a Efe, José Aranha, ingeniero forestal y profesor de la universidad de Trás-os-Montes, denunció la ausencia de "una política de regeneración" de las áreas devastadas por las llamas.

Para el experto, el área ardida muchas veces no se repuebla con árboles o vegetación densa y se deja que la misma se cubra de matorrales altamente inflamables con el paso de los años.

"Es posible identificar cómo estaba y reforestar para prevenir fuegos futuros. La comunidad académica ha preconizado esta idea. Pero como no hay una política concreta y el territorio es privado, no se invierte en este tipo de regeneración", arguyó Aranha.

Aparte del inherente valor ecológico de los bosques, el especialista resaltó que los fuegos también lastran la economía de las zonas afectadas.

"Se consumen bosque, árboles, desde pino a eucalipto, y desvalorizan el material, porque estos territorios se regeneran de una forma carente de valor comercial, porque crece matorral", anotó.

Otras voces han alertado de la intencionalidad de los fuegos por el hecho de que un tercio de ellos se hayan declarado en periodo nocturno entre enero y agosto de este año.

Portugal, que tiene un área forestal de unos 3 millones de hectáreas, es considerado el Estado europeo más golpeado por las llamas entre 2000 y 2010, con una superficie media quemada superior a la de países mayores, como la vecina España.