El pinar en los montes de A Veiga donde fue localizado el vehículo, calcinado y sin placas de matrícula, del holandés desaparecido en 2010 es una sala de laboratorio. El perímetro está acordonado desde que el sospechoso hallazgo dio un giro radical al caso. Todo apunta a un homicidio más un intento de borrar todo rastro. Durante 4 años y medio el ardid funcionó. Los investigadores rastrean y recogen muestras en el exterior e interior del todoterreno Chevrolet Blazer incendiado desde dentro. También peinan el entorno. Tres agentes especialistas de la central de Policía Judicial siguen buscando huellas y ADN de terceras personas en el habitáculo calcinado. Hoy proseguirán. Mientras, la Policía Judicial rearma el puzle del supuesto crimen.

El coche no ardió por completo y algunas fuentes creen que ayudará a encontrar algún indicio. La Guardia Civil no descarta que el cuerpo de Martin Verfondern, visto por última vez el 19 de enero de 2010, fuera ocultado en un lugar distinto al monte de "Portela do Eixe", con la aldea de Lamalonga como primera referencia, donde fue abandonado el vehículo. En el pinar no han aparecido restos relevantes, según la investigación. Una imagen aérea de junio de 2011 permite distinguir el coche entre dos caminos de entresaca de madera, a unos 50 metros de un cortafuegos. No se produjeron talas en los últimos años y algún cazador que estuvo en la zona no reparó en el vehículo. Tras las primeras horas de inspección ocular, fuentes de la investigación barajan la intervención de, por lo menos, dos personas.