Culpable. Tras seis días de juicio y una deliberación que se prolongaba desde el pasado jueves por la tarde, el jurado emitió ayer su veredicto sobre el crimen de Coruxo (Vigo), ocurrido en octubre de 2011. Y en coincidencia con la tesis que mantuvo la Fiscalía en la maratoniana vista oral, el tribunal popular dictaminó que Francisco Rafael Álvarez Martínez acuchilló a su exesposa Cristina González Sacau, de 39 años de edad, "con la intención" de acabar con su vida. El jurado no se ha creído la versión de la defensa, que mantenía que la muerte de la mujer fue consecuencia de un accidente involuntario como consecuencia de un forcejeo entre ambos excónyuges, y declaró al acusado culpable de un delito de homicidio en concurso medial con otro de allanamiento de morada. El magistrado ponente deberá ahora dictar sentencia e imponer la pena: la fiscal y el abogado de la acusación particular solicitan 15 años de prisión, mientras que el letrado defensor plantea 12 años y seis meses de cárcel, la mínima por los delitos que vio probados el tribunal.

El veredicto se conocía pasadas las siete de la tarde en una vista pública en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, a la que asistieron tanto familiares de la víctima como del acusado. El jurado declaró a Francisco Rafael Álvarez culpable de un delito de homicidio por mayoría de 8 votos a uno, mientras que fue unánime al considerarlo responsable del allanamiento de morada. El crimen ocurrió en la vivienda familiar de Coruxo donde residía la víctima con los dos hijos menores que tenía en común con su exmarido y agresor. Como mantenía la fiscal, el tribunal ve acreditadas las agravantes de parentesco y abuso de superioridad, aunque aprecia a favor del autor confeso la atenuante analógica de confesión, ya que "colaboró siempre con la investigación judicial".

Una de las disyuntivas que se plantearon en el juicio y a la que debía dar respuesta el jurado es la de si los hechos eran constitutivos de homicidio o de asesinato. Los jurados vieron probado el primero de estos delitos, como pedía el Ministerio Fiscal, y no el asesinato, que era la solicitud del abogado de la familia de la fallecida. Esto es así ya que no apreciaron que el imputado actuase ni con alevosía ni con ensañamiento.

Las pruebas o elementos de convicción en los que el jurado apoyó su dictamen fueron las propias declaraciones del autor confeso, los testimonios e informes de la Policía Nacional, así como el relato de los forenses y los informes que éstos realizaron, entre ellos el de la autopsia. Y es que la prueba de estos peritos médicos fue clave en la vista oral: rebatieron la versión del acusado al evidenciar que la puñalada mortal, propinada por detrás y que cortó la yugular a la víctima, no pudo ser accidental. Además de la herida que le causó la muerte, la víctima presentaba otras tres cuchilladas situadas también en la zona del cuello, que los forenses describieron como cortes "intimidatorios".

En octubre de 2011

El crimen ocurría la mañana del 11 de octubre de 2011 en la vivienda de la víctima, donde el acusado esperó a la mujer, que había ido a llevar a sus hijos gemelos de 8 años al colegio. Francisco Rafael tenía llaves de la finca ya que disponía allí de un galpón en el que realizaba labores de carpintero. El jurado considera que, en el momento del homicidio, la fallecida estaba en claras "condiciones de inferioridad" con respecto a su agresor -en atención a la diferencia de "altura, peso y fuerza"-. Y también estima que la cuchillada que le costó la vida, mortal de necesidad, fue infligida con "una violencia evidente" . También ve probado que el cuchillo fue empuñado por una sola persona, y no por los dos como sostuvo el acusado. Asimismo, el tribunal concluyó que Francisco Rafael incurrió en "contradicciones" y que en sus declaraciones a lo largo del proceso judicial "no dice toda la verdad".

Tras el homicidio, el imputado fingió un robo llevándose el ordenador y el teléfono móvil de su exmujer, y dinero, incluso de las huchas de sus hijos. En un monte de Porriño quemó la ropa ensangrentada y enterró todo. A primera hora de la tarde se entregó y confesó el crimen en la comisaría viguesa. ¿El móvil? Fiscal y acusación particular lo tienen claro. Cristina, divorciada del imputado, iba a presentar al día siguiente de su muerte a su novio de Sevilla a su familia. "La perdía definitivamente y por eso la mató", resumieron.