El jefe del servicio de patología forense del Imelga, José Blanco Pampín, aseguró ayer que se permitió la incineración del cuerpo de la pequeña Asunta porque los cinco forenses que practicaron la autopsia recogieron "todos los vestigios posibles". En su opinión, una primera autopsia si está bien hecha es muy destructiva para el cadáver y "resulta muy difícil conseguir información adicional en una segunda", explicó en una entrevista concedida ayer a Telecinco en compañía de otros compañeros del departamento de medicina legal de Santiago de Compostela.

El profesional no quiso desvelar datos de la autopsia del cuerpo de Asunta, dado el secreto de sumario que pesa sobre el caso, pero si abordó en líneas generales la importancia de algunas pruebas cuyos resultados todavía están pendientes. Este es el caso del análisis del cabello de la niña. "El pelo es una matriz que actúa como depósito de sustancias o medicamentos. Tiene tanta memoria como su vida, incluso en personas fallecidas que han sido exhumadas", explicó. De ahí que en el caso de Asunta el análisis de su pelo determinará durante cuanto tiempo fue medicada o sedada, y qué sustancias se utilizaron.

José Blanco, cuestiones del destino, fue el forense que certificó la defunción de los abuelos maternos de Asunta -que fallecieron en apenas siete meses de diferencia en 2012- para su incineración, si bien el certificado de muerte natural lo extendió el médico de cabecera de ambos. Al llegar a este punto, el forense evitó hacer declaraciones y puso fin de forma amable a su entrevista en Telecinco.