La realidad supera a la ficción, vidente incluida, en la desaparición del joven arousano Fernando Caldas, cuya pista se perdió hace ya ocho años: ostentación de dinero, secuestro, tráfico de drogas y homicidio, aunque el cuerpo de la víctima nunca apareció porque habría sido enterrado en cal viva, según el fiscal. La Sección Primera de la Audiencia Nacional juzga desde ayer por estos hechos a una organización de jóvenes narcos gallegos, dirigida presuntamente desde prisión por el vilagarciano Jorge Durán Piñeiro, "yerno" del último de los grandes capos gallegos, José Luis Charlín Gama, que sigue en prisión en aplicación de la doctrina Parot.

La Fiscalía pide penas que suman 156 años para los once procesados. La condena más alta se solicita para Jorge Durán, considerado jefe de la organización de narcotraficantes e inductor del crimen. Se enfrenta a 15 años por homicidio y 12 por tráfico de drogas. Su compañera sentimental, Rosa María Charlín Martínez; los hermanos vigueses Miguel Ángel y Marco Antonio Fernández Rodríguez (supuestos autores materiales del homicidio), y los arousanos Juan Marcos Vigo, Juan Berbell Briones, Roberto González Cuevas y Manuel José Pazo Taboada se enfrentan a 15 años de prisión cada uno por su presunta participación en el homicidio.

También se imputa otro delito contra la salud pública a Miguel Ángel Fernández Rodríguez y Eloy Val Carballo, por lo que el fiscal solicita otros 9 años de prisión para cada uno. Se considera que han cometido un delito de encubrimiento la vidente viguesa María Adela Vilas Soliño y Juan Rodríguez González, que se enfrentan a 2 años de cárcel cada uno acusados de dar coartada en Vigo a los hermanos Fernández Rodríguez cuando sus teléfonos los sitúan en el lugar del crimen, en Bertamiráns. Además, el ministerio público reclama multas de entre 600.000 y 900.000 euros para cada uno de los procesados por tráfico de drogas, y una indemnización conjunta y solidaria de 100.000 euros para los padres de Fernando Caldas y 40.000 para su hermana.

Dado que el cuerpo de Fernando Caldas nunca apareció, el fiscal apunta como alternativa, al delito de homicidio, el de secuestro, con lo rebajaría a 9 años de cárcel la pena para cada uno de los 8 procesados por la muerte de Fernando Caldas.

La primeras sesión del juicio se centró en su mayor parte en las cuestiones previas, aunque a última hora de la mañana prestaron declaración cuatro de los once imputados. Todos rechazaron su relación alguna con la desaparición de Fernando Caldas. Además de los imputados, han sido citados como testigos los padres y al hermana del joven desaparecido y familiares de varios procesados. Por el estrado pasarán una docena de Policías Nacionales que llevaron la investigación y también se oirán las conversaciones en calabozos de varios de los acusados tras su detención. En la actualidad todos están en libertad por esta causa.

Telefonía

Caldas tenía 28 años y trabajaba en una empresa de telefonía frente a la plaza de abastos de Vilagarcía que regentaba Rosa Charlín. El fiscal sostiene en su escrito de acusación que Jorge Durán dirigía una red que se dedicaba a distribuir cocaína desde Galicia a distintas partes de España, entre ellas el Levante y sur peninsular. Tras su ingreso en prisión, Durán mantuvo su posición al frente del grupo dejando en el exterior como máximos responsables a su compañera, Rosa Charlín, y a Juan Marcos Vigo, "Paya", que le rendían cuentas y transmitían sus órdenes, siempre según la Fiscalía. Fernando Caldas lideraba un grupo de la organización, del que dependían Miguel Ángel Fernández, "Mili", Roberto González Cuevas, Eloy Val y Juan Berbell, que según el fiscal actuaban como porteadores de la droga en coches con habitáculos ocultos que les facilitaría Caldas.

Al regreso de uno de esos viajes, tras cobrar 300.000 euros por una entrega de 10 kilos de cocaína, se produjo el secuestro por parte de su propio grupo. Desde el maletero del coche mandó dos SMS advirtiendo a Marcos Vigo que le habían secuestrado y que viajaba en un Audi blanco. Le pidió que avisase a "Miki". No se sabe si porque creía que Vigo era ajeno al secuestro, o porque era quien podía interceder por él.

Rosa Charlín y Marcos Vigo con otros procesados comunicaron horas después a los padres de Caldas su desaparición y les acompañaron a comisaría, si bien antes retirarían de la vivienda del joven una máquina de contar dinero y algunas drogas. Vigo se quedó con un BMW nuevo de Caldas, ocultándoles a sus padres la nueva adquisición del desaparecido. Eloy, por orden de Miguel Ángel, se deshizo -siempre según el fiscal- del único kilo de cal que sobró, de los 50 que compraron la víspera, y que se supone sirvieron par hacer desaparecer a Caldas. A principios de este año se localizó en un garaje de Ponteareas el coche de la víctima. Las pruebas biológicos pueden ser claves en el proceso.