No fue algo puntual. Las pruebas realizadas por el Instituto Nacional de Toxicología a nueve bebés de la guardería "A Camelia" de Vigo arrojaron resultados positivos de presencia de Trankimazin en ocho de los menores y revelan que a seis de ellos se les suministró el ansiolítico al menos en dos ocasiones y en momentos distintos. Lo que no han podido establecer los análisis, concretamente los realizados al cabello de los niños, es la cantidad de fármaco suministrado ni cuándo se lo dieron. El cuándo, precisamente, es una de las claves del juicio contra la excuidadora acusada, Noelia V.G., que trabajó en la guardería entre el 22 de febrero y el 12 de marzo de 2010: este último día fue cuando se descubrió todo. Una magistrada del tribunal preguntó sobre esta cuestión. Pero el hecho de que la técnica del cabello sea novedosa en menores hace imposible arrojar claridad sobre la misma. En adultos supondría una exposición de varios meses, pero esto no se puede extrapolar a niños. "Sabemos que son dos exposiciones separadas en el tiempo, pero no sabemos en qué momento", declaró una forense. Los padres notaron los síntomas coincidiendo con la llegada a la escuela de la imputada.

Las declaraciones de los peritos del Instituto Nacional de Toxicología de Madrid y de médicos forenses de Vigo centraron la cuarta jornada del juicio. Cinco de los menores dieron positivo en orina al Alprazolam, que pertenece al grupo de benzodiacepinas y es el principio activo del Trankimazin; siete en la prueba del cabello. La intoxicación era de grado moderado en la segunda niña que ingresó en el hospital –se le tuvo que administrar el antídoto– y leve o muy leve en el resto. Solo en uno de los nueve lactantes no se pudo confirmar pericialmente la exposición: dio un positivo débil en el screening de orina que se le hizo en el Hospital Xeral como al resto de niños, pero el análisis de esa orina en Madrid arrojó negativo, igual que el cabello. Sobre el resto de menores, los expertos señalaron que es compatible que se detecte la sustancia en la orina, y no en el cabello, y viceversa. Por ejemplo, el pelo puede almacenar los tóxicos que, por ejemplo, ya eliminó la orina, que solo detecta un consumo reciente de entre cuatro y 48 horas antes.

¿Desde cuándo se le administraron las benzodiacepinas a los niños? Lo novedoso de la técnica del análisis del cabello en bebés impide dar respuesta pericial a esta cuestión clave. La orina arroja un consumo reciente. Pero el pelo es el indicado para valorarlo a largo plazo. Los forenses de Vigo tomaron un mes después de descubrirse todo muestras de cabello de entre uno y cuatro centímetros a los lactantes. Las remitieron a Madrid. En seis de ellos apareció una exposición en uno de los segmentos de dos centímetros y una segunda en el otro mechón. En adultos un centímetro de pelo tarda un mes en crecer y en niños el crecimiento es más lento. Pero lo limitado de la "técnica" en menores hace imposible establecer en qué momento fueron esas exposiciones. Solo se concretó que el período máximo es de "dos o tres meses" antes de las tomas de las muestras –se tomaron a todos los bebés en el Imelga el 22 de abril–.

La defensa preguntó si el consumo de algún medicamento por parte de los bebés pudo causar interferencias en los análisis o potenciar la intoxicación. Los expertos lo rechazaron ya que la presencia del ansiolítico en los lactantes era "inequívoca" en base a las periciales. La defensa también preguntó sobre el tratamiento que recibieron los menores y una forense señaló la necesidad de que muchos tuvieran que ser hospitalizados para eliminar el tóxico y hacer un seguimiento por si había complicaciones. Dos de los bebés tuvieron que ser ingresados en la UCI.

Primer caso en España en que se estudia el pelo de bebés para detectar este tipo de tóxico

La sesión del juicio celebrada ayer, la cuarta, desveló lo excepcional del caso de la sedación de niños de la guardería viguesa. Los expertos del Instituto de Toxicología de Madrid y las forenses de Vigo destacaron que este fue el primer caso en España en el que se analizó cabello de bebés para estudiar la presencia de benzodiacepina en lactantes. "Es una técnica novedosa", repitieron los peritos, que insistieron que esta era la "primera experiencia" que tenían de un caso con este tóxico, ya que otros estudios o la bibliografía hacen referencia a los efectos de la sustancia en adultos.

Este es el motivo de que, al contrario que con adultos, el análisis del cabello no puede determinar cuánto tiempo atrás se venía suministrando Trankimazin a los niños. Una sustancia que no está indicada para lactantes. "Los niños son vulnerables a cualquier medicación; y esta benzodiacepina no está indicada para menores de 18 años, por eso la evolución de los bebés era incierta y se necesitaba un control permanente hasta que la eliminaran", explicó una forense, quien también reveló que la alerta del Xeral sobre los casos saltó a las tres de la madrugada del 12 de marzo. A esa hora esta forense recibió una llamada de un pediatra del hospital. Ella se puso en contacto con la juez y empezó la investigación.

Otra perito de Madrid tildó de "barbaridad" dar Trankimazin a lactantes. Sus efectos en un organismo "tan vulnerable y débil" como el de un bebé pueden llegar a provocar "un coma" o la muerte.