"Queima" fue de los primeros surfistas de Vigo, y comenzó a disfrutar de las olas con 14 ó 15 años en la playa nigranense de Patos con su amigo de instituto David Valladares. El desafío de la gran ola les llevó a Francia, Portugal...e Indonesia. En octubre de 2010 tras dejar claro que "no me gusta la fama de la tragedia", relataba para FARO DE VIGO el tsunami que arrasó Sumatra desde su puesto de excepción a bordo de la nave en la que colaboraba con las víctimas: "Recogimos a 7 hombres que se salvaron subidos a las palmeras. Ayudamos en lo que podemos, no hay medios pero tenemos nuestras manos".

Sobrevivió al maremoto como un año antes lo hizo con el terremoto de Maraconis. A la pregunta de si seguiría tentando a la suerte, su respuesta fue clara: "Creo que si te va a tocar te puede pasar aquí o en cualquier sitio. Seguiré surfeando". La muerte de Julián Yáñez tiñe de luto el surfismo español, y los foros le rendían decenas de homenajes. "Nos conocimos porque éramos un grupo de amigos que nos aficionamos juntos al surf. Yo era un poco mayor, ya tenía coche, y nos íbamos a hacer surf a todas partes: Galicia, Francia, Portugal… Hasta que en los años 90 tres amigos, entre ellos él, dieron el salto y se fueron a Australia a trabajar una temporada para conseguir dinero con el que pasar la temporada de olas en Indonesia.

Aquella temporada se prolongó tres o cuatro años y David Valladares, incluso, montó un negocio de viajes para surfistas allí. "Queima" nunca dejó de viajar en busca de buenas olas, pero consiguió hacer la carrera de Químicas. Tenía un coco privilegiado, hasta hablaba indonesio. Ahora vivía en Lugo. En Lanzarote estaba de vacaciones. Dentro de unos días le esperaban en Indonesia para hacer varias excursiones como guía con algunos de los mejores surfistas del mundo", recordaba ayer su amigo Pedro Novalbos.

"Estamos todos muy impresionados. Era un chaval supersano. Dentro de la playa era muy querido. Aprovechó la vida al cien por cien. Vivió muy deprisa, con continuos viajes por todo el mundo y miles de experiencias. Ahora también estaba interesado en el buceo y precisamente fue a perder la vida debajo del mar", resumía David Lago, que viajó con él a Filipinas.