Visto para sentencia. El juicio contra Alfonso A.G., el vigués de 35 años de edad acusado de intento de homicidio, agresión sexual continuada y maltrato, finalizó ayer en la Audiencia Provincial de Pontevedra en una sesión en la que las declaraciones más importantes fueron las de las forenses. Las médicos aseguraron ante el tribunal que las múltiples heridas que presentaba la víctima “implican la intervención de otra persona”, por lo que descartan “la autolisis”, es decir, que consideran que la mujer no pudo autoprovocarse las lesiones, tal y como afirmó el procesado durante la primera jornada del juicio.

La declaración de las dos peritos forenses comenzó con una larga retahíla de preguntas por parte del fiscal sobre cada una de las numerosas heridas que presentaba la mujer. El objetivo era que las dos médicos las localizasen en el cuerpo, explicasen su alcance y el mecanismo por el que se producen. Varios traumatismos en la cabeza compatibles con patadas y puñetazos, golpes en mandíbulas, ojos, desviación del tabique de la nariz, heridas en labios y boca, cortes en el cuello por arma blanca, rotura de clavícula, codos, síndrome de ansiedad, entre otros, son algunas de las heridas y trastornos que presentaba la mujer.

Ayer también declararon los psicólogos que valoraron la credibilidad del testimonio de la mujer. Tras varias sesiones con la víctima, estos profesionales concluyeron que “dice la verdad con una probabilidad muy alta”. Añadieron que es frecuente, que las víctimas de maltrato “contribuyan a la ocultación” de los hechos por miedo hasta que no ocurre una agresión grave y finalmente dan a conocer la situación que padecen, como supuestamente ocurrió en este caso. En el juicio la mujer no sólo manifestó que recibió una brutal paliza el 30 de marzo de 2007, sino que la roció de combustible y que sólo la llegada de la Guardia Civil evitó que su ex pareja la quemase viva. También relató que sufría violaciones sistemáticas y continuos episodios de malos tratos. Las secuelas psicológicas obligaron a la mujer a irse de Galicia.

Por otra parte, los peritos explicaron que el acusado era consumidor “recreacional” de alguna droga, pero no hasta un punto que tuviera alterada sus facultades mentales.

Ante los magistrados de la Audiencia Provincial de Pontevedra también declararon los guardias civiles que llegaron aquel 30 de marzo a la vivienda de la mujer en Tomiño y que vieron como se desmayaba al salir de casa, ensangrentada y empapada en queroseno. Luego detuvieron al acusado.

Modificación

El fiscal modificó sus conclusiones. La acusación solicitaba inicialmente para Alfonso A. G. una pena de 19 años y 11 meses de prisión por el delito de tentativa de homicidio, aunque finalmente rebajó esta petición a 15 años. A éstos habría que sumar los 11 años y 11 meses que reclama por un delito de agresión sexual continuada, así como otros tres años por dos delitos de maltrato. En total una pena de casi 30 años de cárcel. La acusación particular reclama 35 años. La defensa pide la absolución.