El fiscal confirmó ayer su petición de más de cinco años y medio de prisión para el vecino de Ponteareas A.V.G, de 39 años, por un delito de detención ilegal y otro de abuso sexual que supuestamente cometió al engañar a una niña de 12 años para que subiese con él en su coche y posteriormente "meterle mano", en palabras de la propia menor. El acusado, que permanece en la prisión de A Lama desde que fue detenido en relación con estos hechos, fue trasladado a la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, donde se celebró el juicio: aseguró que no tenía intención de abusar de la menor.

La psicóloga Soraya Fernández, que examinó varias veces a la niña, manifestó durante la vista que la escolar padece un trastorno adaptativo agudo con síntomas depresivos, síntomas que suelen aparecer en los tres meses siguientes a un trauma. La perito defendió que la menor es "sincera y no distorsiona la realidad", de modo que su testimonio puede considerarse creíble. Con todo, el fiscal no ocultó su dudas de que esa sintomatología sea desproporcionada en relación a la gravedad de los hechos, dado que finalmente la escolar no sufrió daño físico alguno. El médico que la atendió tras el suceso identificó un enrojecimiento de las manos y antebrazos, lesiones que no obstante eran ya inapreciables al día siguiente, cuando las forenses examinaron a la niña.

Por su parte, la supuesta víctima declaró a puerta cerrada y tras un biombo para relatar los hechos que ocurrieron el pasado 8 de abril en Ponteareas. Alrededor de las cuatro de la tarde, según relata el fiscal, la niña esperaba a una amiga en la parada del autobús cuando el acusado, al que conocía de vista, detuvo su vehículo y la engañó para que subiese al coche. A.V.G. utilizó el hecho de que la niña era sacristana de una parroquia y le contó, siempre según expuso la Fiscalía, que la presidenta de la asociación de vecinos le había encargado que la acompañase a buscar flores para adornar la iglesia.

Así, la llevó a un lugar cercano pero apartado, según el fiscal, que asegura que, tras estacionar en un mirador, A.V.G. puso la mano sobre la rodilla de la niña "y con ánimo libidinoso empezó a subir esa mano por el muslo, con intención de acceder a su zona genital, pero la niña para impedirlo abrazó fuertemente sus propias piernas con los brazos, causándose a sí misma unas erosiones en los antebrazos".

El médico del centro de salud que atendió a la menor sólo una hora después de los hechos explicó que "recuerdo a una paciente menor, muy nerviosa, llorando, que me comentó que la habían subido a un coche y que le habían intentado tocar".

Ante la resistencia de la niña, el acusado habría emprendido poco después el camino de vuelta desde el monte al que trasladó a la escolar, no sin antes preguntar a la menor si quería que bajasen. La Fiscalía relata que hizo ese viaje "haciendo rally, jactándose de que el había sido conductor de rallyes y, aunque ella contestó que no porque tenía miedo, el acusado volvió a hacer caso omiso y bajó por la estrecha carretera a elevada velocidad".