"No sé si ha sido Disney, Hollywood o el 'fueron felices y comieron perdices', pero lo cierto es que el amor se entiende como una sensacion de montaña rusa y cuando esta se acaba parece que lo que queda no tiene vigencia". Así se refirió Casilda Sánchez Varela al concepto que la sociedad tiene del amor romántico, tema que centra su primera novela, "Te espero en la última esquina del otoño" (Espasa), que ayer presentó en el Club FARO, durante la charla-coloquio "¿Es el amor una enfermedad?", en la que participaron la catedrática de Filosofía, educadora y experta en educación sexual Mercedes Oliveira y el escritor Domingo Villar.

La periodista y guionista madrileña explicó que a través de la historia de amor de Cora Moret y Chino Montenegro ha querido explicar qué pasa una vez que la sensación de vértigo del enamoramiento se desvanece. "Esa montaña rusa no es más que una chispa, el inicio de un trayecto muy largo. Quería hablar de qué pasa con todo lo demás después, de lo que dice Erich Fromm en el 'El arte de amar', que para amar hay que tener humildad, coraje, disciplina y fe", añadió Casilda Sánchez, para quien la gente tiene, en general, una imagen demasiado simplista del amor.

"Cuando dije que había escrito una novela de amor era como si hubiera escrito un género menor, como que escribir una novela romántica fuere algo simple y esto es porque hay una infantilización absoluta del concepto del amor", sostuvo la escritora, para quien enamorarse es un "acto casi místico". "Creo profundamente en el amor pero también creo que es una vocación y que como toda vocación exige una serie de esfuerzos y disciplina", agregó.

Pero la novela también reivindica la soledad como opción de vida. "El amor está muy bien si es un amor en mayúsculas, pero si es una migaja la soledad es una alternativa mucho más interesante", afirmó. El personaje de Alicia, una joven idealista que siente una profunda admiración por Cora, representa esta opción. "La soledad no debe interpretarse como algo triste ni como un espacio de tránsito, sino como una realidad igualmente legítima e igual de satisfactoria", añadió.

"Te espero en la última esquina del otoño" abarca el concepto del amor desde todas las perspectivas, también desde la excéptica, a través de"Los muertos felices", la novela que convierte a su protagonsita, Chino Montenegro, en uno de los escritores más famosos del mundo. En esta novela dentro de la novela, el amor está considerado un trastorno y quienes empiezan a notar indicios de amor son internados en una isla para ser curados porque se considera que elegir una pareja, un compañero de vida en un estado tan alterado de conciencia como es el enamoramiento no tiene sentido. "Hay un punto de verdad en esto y es una visión excéptica del amor. Cuando me planteé esta novela, me encontré con que tenía una inquietud especial que nacía de las historias de amor que he vivido y que para mí han sido muy transcendentales y también de que, desde el punto de vista intelectual, el amor siempre había despertado en mí un profundo asombro", explicó.

Hay en la historia que narra en esta opera prima parte de la historia de amor de su padre, el compositor y guitarrista Paco de Lucía, y su madre, Casilda Varela. "Lo que describe el amor entre Cora y Chino es ese momento mágico, casi místico del amor, que de alguna manera encarna el amor de mis padres. Ahí está el espíritu de esta historia, aunque la historia sea completamente inventada. Y puede que sí, que el amor sea una enfermedad, una droga, y que nos aleje de nosotros mismos pero también es lo que le da sentido al mundo", añadió.

La catedrática de Filosofía y especialista en educación sexual Mercedes Oliveira, abrió la charla-coloquio explicando qué visión del amor romántico tienen ambos sexos y qué actitud se espera que tenga cada uno en la relación romántica. En este sentido, aseguró que mientras la mujer es educada para hacer del amor el centro de su universo y que necesita completarse con otra persona, el varón concibe el amor como una conquista.

También aseguró que el amor eterno no existe. "El amor tiene fecha de caducidad. La fisiología nos deja muy claro que el amor, la etapa de fogosidad sexual dura entre tres y cuatro años. Si somos capaces en ese tiempo de construir un proyecto común que permita que sus individuos puedan desarrollarse como personas, la pareja continuará. Si no, nos quedaremos ahí", afirmó Oliveira.