"Estoy bastante asqueada de la raza humana", escribía en una epístola de papel fino y trazo a mano la artista gallega Maruja Mallo un día de marzo de 1939 desde Buenos Aires. El destinatario era el escritor mexicano Alfonso Reyes y el contenido demostraba un sentimiento de pesar por los amigos perdidos en la represión franquista que ahondó en el corazón de la autora años con la posterior caída de París ante la babarie. Hoy, varias décadas después, se recuerda a Maruja Mallo (Viveiro, 1902-Madrid, 1995) no por su literatura epistolar sino por su trabajo artístico. Beluso (Bueu), Pontevedra y Viveiro se unirán en esta jornada, Día das Artes Galegas, para mostrar el homenaje de toda Galicia a la creadora universal que fue.

Un cuentacuentos y acto institucional en la Casa do Pobo de la parroquia morracense -a las 18.00 horas-, la presentación de dibujos surrealistas de la autora en el Museo de Pontevedra (a la misma hora) y un acto de la Academia de Belas Artes en Viveiro serán los ejes de la jornada.

En los últimos años, se ha profundizado mucho en su vida y obra a través de publicaciones y ensayos, retirando el paño del silencio y el polvo gris del olvido de una trayectoria artística impecable que la llevó a París en los convulsos años 30. Allí, André Breton le adquirió una pintura.

"É unha artista que debería estar como creadora notable entre os pintores europeos destacados nas correntes de vangardas". Lo defiende Carlos Bernárdez, historiador y autor de A pintura na nova muller, que publicó en 2011 sobre la autora.

Para conocer mejor a Maruja Mallo, es imprescindible situarse frente a sus obras y mirar a través de ellas. El museo MARCO de Vigo acoge una exposición colectiva en la que se incluyen algunas de sus creaciones que se podrán ver hasta mediados de este mes. Fue en Vigo donde se escondió durante los primeros meses de la Guerra Civil, previa huida de Beluso, donde la sorprendió el estallido.

"O medo no ano 1936 era xeneralizado para calquera persoa que non fora fascista e ela era progresista. Ela non tivo ningún problema, en principio, para poder saír de España. Saiu legalmente vía Portugal cara América pero alí publicou un texto denunciando a represión en Galicia", relata Bernárdez.

Para este autor, Mallo -que finalmente regresó del exilio en los 60 hospedándose en Madrid- fue una creadora de un tiempo diferente al que vivió. En sus biografías, siempre se resalta su huida de la etiqueta "señora de", anteponiendo el sello feminista en cada huella vital.

"Foi unha artista para quen o feminino tivo unha importancia grande, na idea de presentar as mulleres de forma distinta. Con ela, son protagonistas, activas, toman corpo como actuantes.", apunta Bernárdez que invita a decantar y paladear los trazos de las obras disponibles estos días en el MARCO.

Mallo fue un embudo de influencias de diversas etapas que nos llevan por un recorrido creador en el que se nos antoja que bien pudieran ser diversas creadoras en vez de una. El surrealismo del cuadro que le compró Breton, "Espantapájaros"; o "Antro de fósiles" con los esqueletos pidiendo ayuda entre el gris y negro del óleo (hoy en día, propiedad del Museo Reina Sofía) poco tienen que ver con cuadros como "La Verbena", Cantos de las "Espigas" o "Mujer con cabra".

En esta última obra, la protagonista morena otorga fuerza al lienzo con paso firme como si fuera la propia Mallo caminando segura en la vida. "Ela representa a nova muller, a muller moderna que destaca nos anos 20 do pasado século por ser unha muller máis libre que trata de ter protagonismo por sí mesma sen o varón", apunta Bernárdez.

El proceso de creación de Mallo fue siempre intenso con estilos concatenándose marcados por el contexto histórico. Cuando la lucense pinta en blanco y negro evidencia esa náusea existencial, ese vacío y tristeza que aportaba una época de pérdida de vidas humanas, de amigos hundidos en la Estigia por los cuchillos de la locura dogmática de las guerras.