Boris Matijas llegó a España como refugiado en 2003 y en 2015 se mudó a Suecia, un país que ese año acogió a 163.000 migrantes. "Me encontré de lo que mejor que he visto en mi vida", aseveró. Todavía sorprendido por "la calidez, espontaneidad y el genuino interés" de los suecos por ayudar al foráneo, recordó que cuando llegó a España solo tenía una opción: "Espabilar, porque nadie te da nada". En cambio, en Suecia le facilitaron aprender el idioma y conocer las costumbres del país. "Esto es lo que ayuda en gran medida a la cohesión social, lo que fomenta una sociedad sana, ofrecer un mínimo a las personas que vienen a integrarse y no dejarlos a la intemperie porque luego se sorprenden de que la gente se meta en el crimen, la gente que viene necesitada de recursos puede acabar desviada".

Recordando las imágenes de la actual crisis de refugiados, Matijas confesó sentir la misma "tristeza y rabia que te llevas cuando abandonas tu país" ya que "realmente lo que más te duele es la injusticia, porque no hay forma de arreglarlo y sigue sucediendo lo mismo". El escritor incidió en que "nadie quiere dejar su casa" y comparó la guerra con un desastre natural: "Después de un tsunami la vida sale, la gente reconstruye, quedan algunos cimientos, pero a un refugiado no le queda ni siquiera eso".

Matijas fue muy crítico con las políticas migratorias y aseguró que "nos quieren convencer de que la historia se repite, pero la historia no se repite, lo que se repite es la ignorancia y la incapacidad de dar respuestas adecuadas a los nuevos retos, pero ya no vivimos en los años 70 ni 40, vivimos en el siglo XXI y volver con los discursos medievales en este contexto es pura pereza intelectual, una bofetada a la gente".