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Chico cabreado: que no cunda el pánico

Psiquiatras advierten que estar ofuscados es la "tendencia habitual" de los adolescentes y aconsejan respetar la distancia - Publican una guía gratuita para orientar a los padres

Pautas para mejorar las relaciones en la adolescencia // Gratisography

Martina tiene 15 años y sus padres recuerdan con añoranza aquella niña risueña que les abrazaba a todas horas. Desde hace dos años la joven parece estar siempre de mal humor: protesta ante cualquier comentario que le hacen sus padres, desobedece, apenas cuenta las cosas que le suceden en el instituto, tiene el 'no' en la boca casi antes de que le pregunten y mira a casi todos de forma desafiante. "¡A veces parece que nos odia!", lamenta su madre.

Martina no sufre ningún trastorno depresivo ni en realidad odia a sus padres; simplemente, es adolescente.

"El mal humor es casi el estado normal de la adolescencia, esa es la conclusión a la que hemos llegado desde la clínica; comprender eso es bueno para reaccionar de otra manera y solo en muy contados casos requieren de la intervención de profesionales", explica el psiquiatra José Luis Carrasco, autor de la "Guía para padres de adolescentes malhumorados", un manual práctico que ofrece a los padres pautas para entender mejor esta etapa y gestionarla de la mejor manera posible.

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El manual, que se puede descargar de manera gratuita en la web de la Unidad de Personalidad y Comportamiento del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo, ha sido elaborado por el doctor Carrasco, que dirige la unidad, en colaboración con la jefa de la Unidad de Trastornos Alimenticios del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid, Marina Díaz Marsa, y de la psicóloga Nerea Palomares.

La guía -que nació "de la demanda de los propios padres, que están muy desorientados en esta etapa"- se muestra como un instrumento para que los progenitores aborden esos cambios de humor y conozcan las causas que los originan.

Entre esas causas se encuentran las hormonas: estrógenos y progesterona en las chicas y testosterona en los chicos. Ellas son las responsables de los cambios físicos y sexuales de esta etapa de la vida.

Los cambios en el cuerpo del adolescente provocan de forma inconsciente una transformación simultánea en la forma de comunicación y trato de los adultos. "Cada hijo tiene un tiempo de crecimiento, de evolución, distinto. Por ese motivo, puede propiciarse el alejamiento de amigos de la infancia y, como consecuencia, la búsqueda y acercamiento a otras amistades que se sitúan en un nivel más o menos similar de maduración", explican los autores. "Lógicamente, todos estos cambios producen inestabilidad emocional y sensación de vulnerabilidad en los adolescentes, encontrándose a menudo perdidos. No entienden qué les está pasando. Por eso, cuando los adultos les preguntamos qué les pasa, ellos responden de manera hostil. Si ni ellos entienden lo que está sucediendo, ¿cómo queremos que nos lo expliquen?", añaden.

Consultar al especialista

Aunque tal y como insisten los expertos el malhumor es un estado habitual en casi todos los adolescentes, hay casos en los que esos comportamientos ocurren más a menudo que en el resto de sus congéneres y en los que los jóvenes se vuelven agresivos y pierden el control de sus vidas.

El documento aporta pistas sobre esos casos en los que es necesario consultar a un especialista. Entre los comportamientos que deberían de alertar a los padres se encuentran que mienta con frecuencia, que saque malas notas cuando antes era buen estudiante, que insulta o agreda verbalmente de manera repetida, que no se duche con frecuencia, que sea violento fuera de casa y tenga problemas con la policía, que robe dinero o tenga conductas que indiquen pensamientos suicidas.

"Cuando los progenitores ya no saben cómo tratarle, sienten que ya tienen autoridad e incluso tienen miedo de su hijo es adecuado consultar a un especialista", aconsejan. "El reto más importante que aún hoy nos impide tender una mano a nuestros adolescentes es pensar que consultar con un especialista es vergonzante y no es así", indican los autores de la guía que, insisten, "estos son solo casos muy concretos, la mayoría de estos comportamientos se encuentran dentro de la normalidad".

José Luis Carrasco: "La mayoría de los padres hablan mucho pero comunican poco"

  • El psiquiatra José Luis Carrasco asegura que el mal humor constante de los adolescentes "es una preocupación muy habitual de los padres en consulta". Sin embargo, advierte el experto, "aunque los padres suelen creer que sus hijos son los más complicados, esta situación es lo más común", indica. Carrasco admite que es muy habitual que el mal humor de los hijos adolescentes afecte a la familia completa, incluso a las relaciones entre los padres, "pero hay que intentar reaccionar de una forma adecuada para superar esta etapa con éxito". El médico advierte que "los adolescentes de ahora no son tan diferentes a los de hace años; realmente los que hemos cambiado somos los padres, que intentamos combinar el ser amigos de los chicos y no defraudarles nunca con la firmeza y la rigidez y eso es muy complicado". Carrasco aconseja en el trato con los adolescentes "tener una firmeza flexible". "Muchos piensan que la comunicación verbal es lo más importante, recurren a menudo a los sermones, hablan mucho pero comunican poco cuando comunicarse con ellos es muy importante en la adolescencia ya que ellos son los primeros que están muy perdidos", indica. "Suplimos nuestra falta de tiempo y nuestro propio mal humor con sermones y esa no es forma de acercarse a ellos; la comunicación no verbal, el hacerles entender que estamos a su lado y que les apoyamos, es mucho más importante", reflexiona. Carrasco explica que los padres tienen que tratar de "no personalizar las conductas de sus hijos; no es realmente un rechazo hacia ellos, es hacia la figura del padre en general. Lo importante es no perder la paciencia ni tampoco la firmeza, los chicos tienen que entender que hay límites que no se pueden traspasar pero los padres también tienen que ser flexibles y no llevarse las manos a la cabeza porque nos llamen pesados, que eso era un insulto hace 40 años pero hoy no lo es", ejemplifica.

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