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Las conferencias del Club FARO

Francesc Torralba: "No hay proyecto personal sin renuncia; decir no es un arte muy difícil"

El filósofo catalán explicó los principales motivos por los que nos cuesta tanto rechazar una proposición

El filósofo y teólogo Francesc Torralba (izq.) y el sacerdote Alberto Cuevas, en el Club FARO. // Alba Villar

"Solo hay ejercicio de la libertad personal si uno es capaz de alternar el sí y el no, de discernir y al final de optar frente al abanico de posibilidades que se presentan en su vida". Así lo aseguró ayer el doctor en Filosofía y Teología Francesc Torralba, que ayer presentó en Club FARO su libro "Saber decir no. La sabiduría que libera" (Now Books), en un acto que estuvo presentado por el sacerdote y periodista Alberto Cuevas en un Auditorio Municipal do Areal abarrotado de público.

El filósofo y teólogo catalán, que ya estuvo en este mismo foro hace diez años, presentado también por el sacerdote vigués, no dio recetas ni pautas para aprender a decir no a determinadas circunstancias, pero sí explicó por qué nos resulta tan difícil formular la palabra no y mostró que tanto para ejercer la libertad personal como para construir el proyecto de vida hay que saber decir no a ciertas cosas y sí a otras. Sin embargo, insistió, no es una práctica precisamente sencilla. "Decir 'no' es un arte muy difícil, no solo para el lector de este libro, sino también para el autor del texto", reconoció.

Pero, ¿por qué nos resulta tan difícil? Torralba se centró en cuatro porqués, aunque matizó que no son los únicos. La primera razón es para no frustrar las expectativas ajenas. "Decimos sí por cortesía, cuando en realidad queremos decir no", dijo. Otro motivo es que nos resulta difícil renunciar, una palabra que Torralba incluye en el que llama el diccionario de las palabras prohibidas. "Sin embargo, no hay proyecto personal sin renuncia. Cuando eliges dedicarte a una vocación, tiene unas consecuencias, renuncias a cosas; cuando decides ser padre esto tiene unas consecuencias, renuncias a cosas", expuso el director de la cátedra Ethos de la Universidad Ramón Llull de Barcelona.

Un tercer porqué es el miedo a ser excluido del grupo. "Es muy árido vivir en minoría. Por eso, como todos dicen sí, yo también digo sí. Este comportamiento gregario lo observo a veces en la juventud. Puede que un joven piense que es insensato cada viernes consumir un exceso de alcohol o de estupefacientes, pero le resulta muy difícil decir no porque fácilmente será etiquetado por el grupo o en el peor de los casos, estigmatizado", añadió.

La cuarta razón es la compasión, lo que la ética denomina mentira piadosa. "Tu hija te pregunta: 'Te gusta este dibujo?' Y no te gusta, pero ha estado una hora haciéndolo. ¿Le vas a decir que no?", planteó el filósofo, que también reconoció que tan difícil como decir no es saber aceptar el no del otro. "Aceptar la negativa de alguien es un ejercicio de respeto que no debe romper una relación", aseveró.

El filósofo expuso también cinco noes necesarios, que están emparejados con otros tantos síes, cinco aspectos de la sociedad actual que rechaza por dañinos e "insostenibles con la ética". "El primero, es un no a la cultura de la velocidad y un sí a la lentitud. La velocidad está sacralizada, pero hay procesos que necesitan de lentitud, como pensar, ayudar a crecer, acompañar a morir. Pero somos intolerantes a la espera y a los colectivos que circulan lentamente: mayores, discapacitados, dependientes...", criticó.

El filósofo rechaza también la hiperconectividad, esa necesidad de estar constantemente conectado a los demás. "La desconexión es necesaria; necesitamos liberarnos de los estímulos para pensar. Y esto no significa tecnofobia, pero la tecnología tiene que estar a nuestro servicio y no nosotros ser esclavos de la tecnología", expuso.

Torralba dice no también al hiperconsumismo y sí al consumismo consciente. "Consumir por consumir y sin saber qué circunstancias hay detrás de los objetos que consumimos es ser cómplices de la explotación humana", advirtió.

Un no rotundo también a la cultura de la banalidad y sí a profundizar en el conocimiento. En este sentido, aseguró que hoy la gente se conforma con la cultura de los 340 caracteres, con la información que le puede brindar la Wikipedia, arañando solo la superficie. "No profundizar en nada es vivir de estereotipos", alertó.

No también a la mentalidad neoindividualista, el narcisismo moderno. "El individualismo es corrosivo, lo destruye todo. Además, filosóficamente es insostenible porque el ser humano no es autosuficiente. Necesita del cuidado del otro para subsistir. La comunidad es esencial", argumentó.

Hay otros noes en el libro, como el no al paternalismo. "Educar es un trabajo de funambulista. Si dices a todo corres el riesgo de crear un déspota, pero decir no a todo es amputante, impide el desarrollo. Lo difícil es dilucidar a qué dices a qué no", reflexionó.

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