"La desaparición física de la Casa Guzmán es un asunto muy serio para la arquitectura española que debe hacer reflexionar y actuar a todos los implicados, las distintas administraciones públicas, los colegios profesionales, los arquitectos que toman decisiones. Y esperar que esto no vuelva a ocurrir. Falta cultura, falta criterio, falta compromiso, falta valentía y, consecuentemente, nos falta hoy, una vez más, otra obra ejemplar de la arquitectura española". Así expresa la Fundación Alejandro de la Sota, en Madrid, su malestar por la demolición de la Casa Guzmán. "Existe una desprotección total en los edificios más contemporáneos; desde los años 60 a la actualidad casi ninguno está protegido", lamenta Teresa Couceiro, directora de la Fundación y que tacha de "aberración" lo sucedido.

Manuel Gallego Jorreto recuerda que estuvo en la Casa Guzmán en una ocasión. "Era espléndida, de un interés muy claro y su propietario vivía feliz allí. Que se haya derribado así, sin más, porque al nuevo dueño no le agradara es alarmante porque puede repetirse con otras edificaciones valiosas", advierte.

Martín de Cominges, por su parte, alaba la Casa Guzmán "por la innovadora forma de entender la vida familiar que ofreció en su momento; el volumen, la utilización de materiales del lugar... son aspectos que parecen sencillos pero que en 1972 fueron muy importantes", destaca. De la Sota era una referencia, como el catecismo para los estudiantes de Arquitectura, y un maestro a seguir y a estudiar", añade.

César Portela alaba también Casa Guzmán "como un ejemplo muy valioso de arquitectura racionalista" y lamenta que en Galicia se pierdan a diario "arquitecturas anónimas en los núcleos rurales que no son nada pretenciosas pero sí muy racionales".

Su "delicadeza e integración con el paisaje" son algunas de las características que valora Salvador Fraga de la Casa Guzmán. "De la Sota no buscaba una arquitectura para aparentar, sino que pasara más inadvertida... y eso se ha vuelto en su contra", concluye