Para reflexionar, para acabar con la ansiedad, para dejar de lado los horarios. Para estar en contacto con la naturaleza, para dejar vagar la imaginación, para reconciliarse con el ´yo´ interior. Escapar es una necesidad en nuestra sociedad, donde todo ejerce presión sobre el individuo. Afortunadamente, Galicia tiene todo lo necesario para relajarse, quererse a uno mismo y disfrutar de la buena compañía.

Barbanza

La península de Barbanza representa una agradable combinación entre medio natural y presencia humana. En esta prolongación de la tierra hacia el mar están las famosas dunas de Corrubedo, un parque natural con fauna y flora singulares. Otras áreas vírgenes incluyen las pozas del río Pedras, cerca de A Pobra do Caramiñal, el Castro de Baroña, el mirador de A Curota o las playas de As Furnas o A Aguieira. A lo largo del litoral abundan los arenales, con animosas localidades costeras famosas por la rica gastronomía y el carácter tradicional.

Baixo Miño

La comarca limítrofe con Portugal presenta reclamos de lo más variado, desde el conjunto histórico de Tui a los diversos arenales del estuario del Miño. La zona cuenta con diversas áreas protegidas entre parajes imperdibles como el Monte Aloia, la Serra da Groba o las pozas de Mougás. La herencia de nuestros ancestros es visible en el monte Tetón y en Santa Tegra, con referentes arquitectónicos más modernos en los viejos molinos de O Rosal, las magnas construcciones de Tui o el monasterio de Santa María de Oia. Esta variedad patrimonial y natural va de la mano de la destacada vinicultura y producción culinaria local.

Costa Ártabra

El extremo norte de Galicia ha retomado cierto protagonismo en los últimos tiempos gracias a La Vuelta a España. Se trata de un entorno marcado por los elementos, esculpido con dureza, y que regala estampas inigualables desde Cedeira a Cabo Ortegal. El visitante encuentra abrigo en la sinuosa ría de Ortigueira, hogar de la localidad de Cariño y otras discretas poblaciones menores. Entre los destinos obligados se encuentra el santuario de San Andrés de Teixido, sobre los acantilados de la Serra da Capelada; Cedeira, precioso pueblo marinero defendido por el Castillo de la Concepción; las playas de Frouxeira y Doniños; y Punta Candelaria, con su característico faro.

Canón do Sil

La Ribeira Sacra es una tierra de viñedos y arte románico. Las paredes del cañón ofrecen dos caras parejas, mas no iguales: en la parte meridional, formaciones boscosas, famosos miradores y localidades por las que bien vale perderse; y en la septentrional, los bancales de históricas bodegas. La imponencia del cañón combina con la de los monasterios, más numerosos en la ribera lucense, y entre los que sobresale el parador de Santo Estevo. Para contemplar el Sil en todo su esplendor son recomendables los miradores de Balcóns de Madrid o el de Souto Chao, cerca del embarcadero de Doade. También es agradable visitar el curso bajo del río Mao, sobre todo en temporadas calurosas. La proximidad de Monforte de Lemos y Ourense es otro aliciente.

Illas Atlánticas

El privilegiado entorno de este parque natural tiene una afluencia limitada, carece de contaminación lumínica y la única forma de acceso es la vía marítima, lo que garantiza silencio y aire puro. Los archipiélagos principales, Cíes y Ons, cuentan con instalaciones aptas para el turismo de acampada; la segunda permite incluso el alquiler de vivienda. Con un medio singular en flora y fauna, vistas sin igual y facilidades para disfrutar de las islas, es difícil encontrar un mejor destino para desconectar de la rutina.