"¡Hemos gozado tanto de sus bromas y su ironía!", recuerda Alberto Cuevas, que será el encargado de oficiar mañana el funeral de Quesada en la parroquia viguesa de La Soledad, como hizo en 2012 con su esposa, la pintora Ana Legido. "Desde que murió Ana hemos estado cerca de él hasta que ya no estaba él para nadie", asegura el sacerdote, que destaca que el dibujante gozaba de un "sentido galaico de la vida, una rapidez y agilidad mental que le permitían estar en constante producción de humor".