"El riesgo de exclusión social -de los pacientes renales- es alto motivado por la falta de empleo o su precariedad", señaló ayer José Luis Santos-Ascarza, doctor en Psicología quien en su tesis trató este tema.

En ella, se recogía que cerca del 40% de los pacientes en hemodiálisis presentaban riesgo de exclusión social. En relación a ésta, aclaró que "no estamos hablando de pobreza. Mucha gente lo puede asociar pero no es lo mismo. Hablamos de carecer de empleo, de precariedad laboral, analfabetismo, falta de habitabilidad o que el hogar no reúna las condiciones mínimas, no contar con familia o amistades que te puedan echar una mano...".

Los hogares de los pacientes con enfermedad renal presentan normalmente baja intensidad de empleo. Aunque reciben una pensión, ésta suele componerse de una cantidad reducida de dinero. Por ello, este psicólogo considera que la solución pasaría por que el enfermo pudiese conservar su puesto de trabajo, adaptándose este a los horarios marcados por el tratamiento.

"Ser pensionista con 40 años y sin empleo no es muy halagüeño; puede provocar situaciones de desánimo o depresión", añadió.

Asimismo, apuntó las áreas donde los enfermos del riñón presentan más dificultad en la ejecición. Se trata en primer término de los quehaceres de casa (llevar su hogar), seguido de la participación social (dificultades para salir de casa porque no le apetece al enfermo después del tratamiento y que normalmente va asociado a un estado de ánimo bajo, así como a conductas de aislamiento), entre otras.