El Papa Francisco abrió la puerta santa de la catedral de Roma, San Juan de Letrán, y durante su homilía arremetió contra la "arrogancia" de los gobernantes y proclamó que con el jubileo "comienza el tiempo del gran perdón". "No podemos dejarnos caer en el cansancio; no se nos permite ninguna forma de tristeza. Aunque tengamos motivo por tantas preocupaciones y por las múltiples formas de violencia que hieren a nuestra humanidad", dijo Francisco, que señaló que "en un contexto histórico de grandes abusos y violencias, a causa sobre todo de los hombres de poder, Dios hace saber que Él mismo reinará a su pueblo, que no lo dejará en manos de la arrogancia de sus gobernantes".