Vinculada al fuego y temida por sus poderes venenosos desde la civilización griega, la leyenda dice que cuatro mil hombres de Alejandro Magno murieron tras beber de un arroyo en el que habitaba, la salamandra es una especie poco apreciada en todo el mundo y, por ello, también aniquilada. "Aristóteles y Plinio la relacionaron con temas mágicos y la gente le tiene miedo aunque por motivos infundados. Es cierto que tiene cierta toxicidad, como otros animales, pero no es dañina. Viene muy bien para controlar plagas y cumple su papel en el ecosistema. Además es muy interesante para la investigación desde un punto evolutivo, pues sus ancestros son más antiguos que los dinosaurios, o por su capacidad para regenerar tejidos", destaca Guillermo Velo (Marín, 1979), experto en anfibios y reptiles en el Centro de Interpretación en Biodiversidad y Recursos Genéticos (Cibio) de Oporto.
Otros atractivos de este llamativo animal de fondo negro con brillantes manchas amarillas son su complejidad y sus hábitos reproductivos, en concreto, los de la población del parque nacional Islas Atlánticas. Guillermo, que se doctoró en Biología en Vigo, estudia este comportamiento desde que realizó su tesis en el grupo de Adolfo Cordero y vuelve a la zona cada año. "Los anfibios presentan mucha variabilidad a este nivel pero lo que ocurre en Cíes y Ons es bastante excepcional", subraya.
Aunque la salamandra común es ovovípara en toda Europa y deposita sus larvas en el agua, las hembras del parque son vivíparas y paren sus crías en tierra. "Es un salto evolutivo muy grande y constituye una de mis principales líneas de investigación desde diferentes puntos de vista: ecológico, genético o morfológico. Hay trabajo para mucho tiempo", asegura.
Una de las hipótesis para explicar esta singularidad que solo se repite en la cordillera cantábrica sería la ausencia de agua en las islas hace miles de años o su mala calidad. "Y otra de las posibilidades es que la especie sea tan plástica que tenga la capacidad de reproducirse en tierra y agua al mismo tiempo", añade.
El marinense, que trabajó durante dos años en la universidad estadounidense de Cornell antes de llegar a Oporto en 2011, pertenece al grupo Biodeserts, cuyas investigaciones se centran en el Sáhara, Sahel y Magreb para conocer su biodiversidad y evolución y ayudar a conservar su todavía desconocida riqueza. Bajo la dirección de José Carlos Alcobia, el equipo ha descubierto una nueva especie de lobo y otra de libélula, además de publicar novedosos estudios sobre el zorro o las víboras.
"Se daba por supuesto que toda esta zona del continente estaba desierta en cuanto a biodiversidad y apenas se habían realizado estudios. Ahora estamos haciendo descubrimientos gracias a que realizamos trabajos muy integradores con una perspectiva genética, morfológica, de distribución y ecológica", explica.
Su actividad engloba ya todos los vertebrados, excepto las aves, y también plantas y desarrollan campañas muy exigentes dada la adversidad del ambiente en el que deben realizar los muestreos. "La zona más extrema es Mauritania. El calor dificulta mucho el trabajo y además es clave la logística. Necesitamos coches preparados y con personal adecuado y el agua y la comida la llevamos desde aquí para expediciones que pueden llegar a durar dos meses o más", revela.
Guillermo estudia a la "hermana" marroquí de la salamandra de Cíes y está a punto de iniciar otra de sus campañas anuales en el país africano acompañado del otro investigador gallego del grupo, Fernando Martínez, que es especialista en víboras.
El biólogo también colabora con David Álvarez, de la Universidad de Oviedo, en el análisis de las poblaciones de salamandra que habitan en la ciudad: "Es un ejemplo increíble de cómo ha sido capaz de sobrevivir al desarrollo urbanístico durante siglos fragmentándose en poblaciones por parques y jardines. Han vivido aisladas durante 800 años y una noche de lluvia pueden verse incluso en el patio de la catedral".
Ambos biólogos ultiman un documental de carácter divulgativo sobre una especie que ya habitaba el planeta antes que el ser humano. "Es el paso evolutivo desde los peces a la colonización del continente", subraya.
A principios de año, consiguió un contrato de cinco para desarrollar todos estos estudios pero no descarta continuar después en otro centro extranjero. "Aquí es difícil quedarse porque no salen plazas y habrá que ver cómo evoluciona la situación en España. La mayoría de los biólogos de mi generación están fuera y algunos han tenido que abandonar la ciencia", lamenta.
Cree que el país vecino tiene más preocupación por el I+D aunque los recursos también son "limitados" y las condiciones laborales resultan "precarias" porque "la gente trabaja con becas". Lo que sí aplaude es la designación del investigador Tiago Brandão como ministro de Educación, cartera por la que ha dejado su trabajo sobre cáncer en Cambridge.
"En la agenda del nuevo gobierno está cambiar la situación y se ve motivación, pero por ahora está todo parado. Sería bueno que ocurriese lo mismo en España porque un científico es consciente de que hay que invertir para saber cómo funcionan las cosas y aplicar los estudios a la industria. El gobierno y las empresas tienen que cambiar el chip y un ministro científico estaría más sensibilizado y lo tendría como prioridad", opina.
Con esta "esperanza ", intentará regresar de Marruecos a tiempo para acudir a las urnas el 20-D. "Me siento con la obligación de intentar ayudar a decidir. No sé si los partidos nuevos lo harán mejor, pero al menos suponen aire fresco y han obligado a los otros a cambiar. Mis compañeros extranjeros del Cibio se sorprenden de que el presidente no se presentase el otro día en el debate".
