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Rafael Cidoncha: "Retratar tiene que ver con el psicoanalista y su paciente"

El artista vigués, que reside en París, presenta doce de sus realistas piezas en la colectiva "La oficina de San Jerónimo", en Madrid

Lilee Radziwilt. // R. Cidoncha

Es uno de los artistas más representativos de la figuración española. La pintura de Rafael Cidoncha (Vigo, 1952) está presente en museos como el Reina Sofía, la Biblioteca Nacional y en las colecciones de los Duques de Alba, Forbes, Yves Saint Laurent o Valentino Garavani, entre otros. En estos momentos el pintor, que reside en París, presenta su obra dentro de la exposición colectiva "La oficina de San Jerónimo", en Casa del Lector, en el Matadero de Madrid.

-"La oficina de San Jerónimo", la colectiva que comisaria Eduardo Arroyo en Madrid y en la que participa, es bastante compleja, ¿cuál es su aportación?

-Participo con doce cuadros, retratos de parejas que tengan algún vínculo en común. Esta muestra comisariada por el pintor y escritor Eduardo Arroyo y Fabienne Di Rocco es un proyecto en el que venían trabajando desde años atrás y que gira en torno a la relación entre la escritura y la pintura, aunque en la muestra se incluyan también fotografía y cine. Dividida en siete apartados en torno a la figura de San Jerónimo, patrón de los traductores y escritores, es el símbolo del artista encerrado en su cueva apartado del mundo y dedicado a su trabajo, muchas de las veces a contra corriente.

-¿Cómo sientes usted, personalmente, la relación de la pintura con la literatura?

-Yo no me considero para nada un pintor que se nutra o inspire en la literatura ni tampoco que la ilustre. Mi trabajo tampoco es narrativo, es más de pintura pura, de percepción, de sentimiento, de observación.

-¿Cómo suele ser el proceso de creación de tus retratos. ¿Cómo eliges (o le eligen) los retratados?

-La mayor parte de las veces resulta ser un encargo, llamada telefónica y, a excepción de que la persona a retratar no esté en este mundo, siempre hay un contacto personal y poses aunque utilice fotos siempre hechas por mí, para detalles de ropa etc. En la mayoría de los casos se establece una curiosa relación con la persona a retratar. Es un momento especial. Encuentro que a veces tiene que ver con la situación entre el psicoanalista y su paciente y, evidentemente, depende en gran manera del retratado. Es difícil trabajar y hablar pero es muy interesante todo lo que ocurre y no dejan de ser datos que ayudan en el resultado final de la obra. Trabajar con un ser humano vivo, delante de ti, resulta fascinante pero agotador, es un límite más de los que tiene de por sí la pintura y que hace para mí interesante el desafío.

-¿Qué es lo más complicado a la hora de capturar el "alma" de la persona?

-Todo es complicado a la hora de hacer un retrato; para mí no es sólo representar a la persona, sino hacer un buen cuadro, una buena pintura y esto no siempre es fácil. Respecto a captar el alma o la psicología del retratado hay opiniones contrarias; yo creo que es posible ir más allá de la pura representación, la prueba es que un buen retrato supera una foto. Es el resultado de una serie de factores que lo hacen posible. Si tienes una visión aguda y profunda puedes descubrir facetas de su personalidad y plasmarlas.

-¿Tiene algún personaje al que aún no haya retratado y que le atraiga especialmente?

-El rey de España, entre otros.

-Salió muy joven de Vigo para ir a estudiar a Madrid. ¿Cómo vivió esa separación de su tierra?

-Lo vi como algo natural en los años de formación, sobre todo de una vida con una profesión vocacional como es mi caso. Además, nunca he pensado en cortar y menos con las raíces, si no en añadir. La formación necesaria para estudiar Bellas Artes después de haber hecho Artes y Oficios y haber pintado en un estudio compartido era en Madrid, a donde fui.

-¿Cree que de alguna manera queda algo de Vigo en usted y en su pintura?

-Pienso que los primeros años, meses, días de la vida son circunstancias fundamentales que marcan a un ser humano. Esto nos va a influir en la formación de nuestra personalidad y carácter para el resto de nuestras vidas.

-¿Cómo es su relación con la ciudad de París?

-En mi caso pienso que se debe vivir donde se trabaja mejor y aunque pinte también en Madrid, donde paso largas temporadas trabajando, desde hace unos años es en París donde desarrollo mi proceso creativo. Aunque esta ciudad, vista desde fuera, encarna tantas cosas idílicas como el amor, la luz y la belleza, no dejan de ser ideas que habitan en la mente colectiva, porque dista mucho de la realidad. París es una ciudad muy dura para la gente que vive aquí. Llevo una vida de ermitaño que gira en torno a mi pintura. Evidentemente, resulta atractivo estar en una ciudad donde diariamente ocurren unos doscientos y pico eventos y esa posibilidad ahí fuera es muy agradable. La actividad cultural es inmensa y la gente responde muy activamente; el nivel de cultura de la gente es muy alto, seguramente debido a un excelente sistema de educación que crea una estupenda base. Hay público para todo, es algo que no deja de fascinarme.

-¿Cómo comenzó su relación con la Galería Marlborough y qué tal funciona? ¿Es muy diferente el mundo de las galerías en ciudades como Madrid y París?

-Hace muchos años que conocí a Pierre Levai, su director, presentado por un pintor amigo común. Tiempo después me propuso que colaborara con la galería y llevo haciéndolo desde entonces. Para mí es como una relación familiar pero escogida. Marlborough es una de las mejores galerías de arte a nivel mundial.

-¿Qué está pintando en estos momentos?

-Estoy acabando una exposición llamada "Fragmentos" para el Museo Dominikanerkloster en Brunswick, Alemania, y una exposición individual para la galería Marlborough en enero del 2017.

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