"No existe un mar tan arcano, exuberante, inhóspito, embaucador y apto para el misterio como el Cantábrico, un mar oscuro e impenetrable cuando el cielo está encapotado, pero en el que las pequeñas calas son trocitos de paraíso". Así describió ayer Teresa Viejo la fuente de su "inspiración" para "Mientras llueva" (Espasa), su tercera novela y sexto libro, del que ayer habló en el Club FARO. "Yo necesito -dice- un escenario para inspirarme, necesito un lugar, un paisaje, un edifico, una casa, algo que se ha olvidado, a veces un objeto. Y el año pasado, cuando estuve de promoción con la anterior novela, vi que todo el norte de España me resulta muy inspirador, pero muy, muy inspirador".

De la irresistible atracción del misterio habló Viejo, nutrida su charla de no pocas preguntas, ¿Porqué nos seducen los cuentos con finales inquietantes? ¿Quién de niño no ha sentido la atracción ejercida por un pasillo oscuro? ¿Porqué, aún tratando de cerrar los ojos, los entreabrimos mirando escenas en un cine que nos desatan el pulso?. "El misterio -dice Viejo- es el leit motif de cualquier narración que trate de cautivar a un lector cada vez más disperso. Diré más, el misterio debería ser la máxima que envuelva cualquier discurso si anhelamos ser escuchados; sin embargo no está alejado de nuestras existencias cotidianas pues el misterio -lo no tangible, la interrogación que no puede ser respondida desde el raciocinio o la lógica- está más presente de lo que pensamos, aunque no lo verbalicemos".

"¿Qué es sino el presentimiento que nos anima a tomar un camino u otro? ¿A qué obedece la sensación de que los seres queridos nunca se van del todo y andan cerca? ¿Porqué soñamos repetidamente con alguien?", redondea Viejo.