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Las conferencias del Club FARO

Galán: "Tarzán fue el refugio generacional de una España gris, átona y descolorida"

"Tras Sherlock Holmes, Drácula y Frankenstein, es el mayor referente en la historia del cine"

Perspectiva del público que asistió a la charla sobre Tarzán en el auditorio vigués del Areal. // J. Lores

"Tarzán fue muy leído en la Unión Soviética, con 250.000 ejemplares vendidos en un solo año, concretamente en 1923. Y el New York Times no perdió el tiempo para titular con gracejo y vil sentido oportunista: Los rusos prefieren Tarzán a Marx". Esa fue una de las anécdotas que, sumada a multitud de datos y apreciaciones personales, nutrió ayer la charla en el club FARO del historiador y crítico cinematográfico Eduardo Galán. Su título, "Tarzán, símbolo de la libertad".

Presentado por el periodista Luis Méndez, el crítico respondió al porqué de Tarzán en su vida: "Todo el mundo tiene su norte y el mío es el cine de la infancia, aquellas salas que ya no existen, que habría que detener a quienes las ocuparon y en las que descubrir a Tarzán aún en aquel blanco y negro era deslumbrante porque eran tiempos grises y los cines eran eran el refugio de una España descolorida. "

Autor de "Tarzán, héroe de celuloide y papel" en T&B Editores, reconoció que en su libro, aparentemente de Tarzán, había una parte importante de él mismo porque "hablo de mi memoria y de la de mi generación, más influida por Tarzán que por el mito de Hércules". Tras afirmar que no era un héroe digital sino de los tiempos analógicos, destacó que el personaje que tras Sherlock Holmes, el Conde Drácula y Frankenstein se ha convertido en "el mayor referente" en la historia del cine, el teatro y los cómics. "Si esta historia sigue vigente -dijo- es porque "en el fondo todos envidiamos ser libres" como el hombre que vive en la selva "sin problemas terrenales como una hipoteca".

Fue durante muchos años -explicó- un auténtico negocio que hizo rico a su autor, Rice Burroughs, y a sus descendientes. Montó un imperio porque se vendieron 60 millones de novelas (que él mismo no consideraba buena literatura), 100 millones de comics, 18.000 productos distintos creados a su calor, tenía un club de cientos de miles de socios que pagaban cada año... "Además se han filmado casi 150 películas, de las que un poco más de 60 fueron "oficiales",

Burroughs escribió su Tarzán hace un siglo y Eduardo Galán el suyo con su memoria desde hace unos 30 años. "Digo que mi libro es totalmente analógico porque lo fui construyendo con las notas que tomaba al ver las películas, recortes de periódicos, revistas y solo tres consultas en internet, que dejé al ver cuántos errores se deslizaban en las redes. El caso es que la historia del hombre mono creada por Edgar Rice Burroughs, cumplió en 2012 cien años de su publicación, en "The All-Story Magazine", y en 2018 cumplirá cien años de su llegada a las pantallas de cine".

"Creo -dijo- que como cantó Javier Krahe, todos quisimos ser Tarzán alguna vez pero descubrimos que no era un oficio". Galán atribuye el éxito de la historia del hombre que vivía en la selva criado por animales a que es una historia que está, de un modo u otro, en todas las literaturas míticas. "Tarzán surgió como un cuentito fusilado de "El libro de la selva", de "Robinson Crusoe" y del mito del salvaje de "Rómulo y Remo".

Hubo muchos tarzanes pero solo uno se quedó y fue el encarnado por Weissmuller, dijo Galán, que enumeró los primeros actores que encarnaron al mito de Tarzán, que procedían del atletismo o la natación, hasta los últimos que "tenían los pectorales inflados de anabolizantes", pasando por "versiones terribles" como la del actor porno, Rocco Siffredi. Para Galán solo un Tarzán ha perdurado como el más emblemático y destacado sobre los demás y es el interpretado por Johnny Weissmüller, quien se hizo popular por el alarido más famoso de la historia del cine.

"Al principio -afirmó- era un grito artificial, creado en los estudios de sonido con las mezclas más inesperadas, pero en las dos últimas películas lo consiguió imitar a la perfección, superando su frustración de no poder hacerlo las incontables veces que se lo pedían. Cuando la Metro Goldwyn Mayer estaba preparando Tarzán de los monos (1932), alguien lo descubrió en la piscina de un hotel (era campeón olímpico ) y le habló de él al director W. S. Van Dyke. Éste, que estaba sopesando a varios candidatos -entre ellos... ¡Clark Gable!-, se decantó por Weissmuller porque era, así dijo él, "el que tenía la cara más idiota de todos". Según Galán sus dos primeras películas, son dos obras con un estimable aliento aventurero y un erotismo a flor de piel, potenciado por la semidesnudez y la desinhibición de la pareja. El sucinto modelito de Jane (Maureen O'Sullivan) en Tarzán y su compañera (1934), dio mucho que hablar en ese tiempo".

"No era un buen actor, sino un tipo magnético"

  • "Un personaje como Tarzán no se anda con demasiadas sutilezas, insisto, y Johnny Weissmuller le presta la justa sencillez -o simpleza, si prefieren- a este buen salvaje rousseauniano. No era un buen actor, sino una presencia magnética, y esto bastaba. Por eso el film alemán que se acaba de estrenar en 3D es horrible, ya que lo hace complicado, atentando contra la simplicidad del original"."Como era de prever -afirma Galán- , Hollywood no buscó en los teatros un intérprete para un tipo de tales hechuras. Elmo Lincoln, el protagonista de Tarzán, el hombre mono (1918), había sido policía antes que actor. A él lo siguieron, entre otros, Gene Pollar, que había trabajado como bombero, James Pierce, un jugador de fútbol americano y ese Johnny Weissmuller, campeón olímpico de natación y medalla de oro en las Olimpiadas de 1928. al que descubrieron en 1934".Otros actores Luego vendrían otros tarzanes. Los hubo para todos los gustos y para disgusto de más de uno. Después de Weissmuller, ssegún contó Galán, los más famosos fueron Lex Barker y Gordon Scott. El primero, que lo interpretó en cinco ocasiones, era un mal actor y un mal bicho, racista a más no poder; durante un rodaje, Barker se negó a meterse en una piscina porque antes se había bañado en ella la actriz afroamericana Dorothy Dandridge. Por su parte, Gordon Scott -marine, policía militar, cowboy, socorrista y guardaespaldas antes que actor- hizo de Tarzán en seis filmes, cuando el hombre mono parecía condenado a la serie B más estomagante y menesterosa. Ha habido tarzanes españoles, franceses, portugueses, italianos, alemanes, rusos, egipcios, nigerianos, turcos, chinos, japoneses y jamaicanos.

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