Con una media de cinco muertes diarias en sólo cuatro meses, el brote de ébola que afecta a África Occidental se ha convertido ya en el más letal de la historia de esta enfermedad, según alertaba ayer la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recuerda que desde el pasado 22 de marzo cuando se diagnosticó el primer caso en Guinea Conakry se han contabilizado 1.323 infectados y 729 muertos. Varios de los países afectados ya han tomado medidas para intentar frenar el brote. El gobierno de Sierra Leona declaró ayer "el estado de emergencia pública". "Es una buena noticia porque esto significa que habrá un mayor control en los distritos en los que se han registrado casos y que la policía y el ejército colaborará con los sanitarios", señala la médica coruñesa Marta Lado, que asesora desde hace meses al Ministerio de Sanidad de Sierra Leona sobre cómo abordar el brote de ébola.

Esta enfermedad -que provoca fiebre, cansancio extremo, vómitos o diarrea y que se transmite únicamente por contacto directo con fluidos corporales como sangre, orina o saliva- no frena su incidencia en la parte más occidental del continente africano. Los últimos datos de la OMS revelan que sólo entre el 24 y 27 de julio se registraron 33 nuevos casos y 20 muertos en Guinea Conacry -460 contagiados y 339 fallecidos desde marzo-; 80 nuevos infectados (y 27 muertos) en Liberia -156 fallecidos en total-; ocho en Sierra Leona, donde el número de contagiados asciende a 533 y los muertos a 233, según la OMS y otro caso en Nigeria.

Los sanitarios que trabajan en las zonas afectadas aseguran que la rápida extensión del brote obedece a las deficientes estructuras sanitarias de estos países pero también a la dificultad de impedir el contagio debido a ciertas costumbres de la población y a que, en muchos casos, no están concienciados sobre el riesgo de infectarse. "Hay muchas trabas para frenar la enfermedad. Una de ellas son las condiciones de las estructuras sanitarias. Hay problemas de suministro de agua, jabón. Son países pobres que no tienen presupuesto para cosas tan básicas como guantes para atender a los pacientes o lejía para limpiar los suelos", señala Marta Lado, quien llegó en marzo Sierra Leona a través de una colaboración entre el King's College de Londres para el que trabaja y el hospital de Connaught, el más importante de Sierra Leona.

Un déficit de material sanitario que puede paliarse con las ayudas que envían ONG y otros países, pero que no solucionan "el problema de fondo". "Hay que superar otros retos. Uno de ellos es que gran parte de la población cree que el ébola es un invento del Gobierno para obtener dinero, cuesta que entiendan que es una enfermedad real", indica esta coruñesa, quien explica cómo ciertas tradiciones del país también favorecen que se expanda el virus. "Es muy común que la gente cuide en casa a sus familiares y es ahí, cuando hay contacto directo, donde más riesgo hay de contagiarse. Lo mismo ocurre con otras costumbres como lavar el cadáver antes del entierro. Es cuando se infectan muchos", explica esta facultativa coruñesa.

Pese a todo, los países africanos afectados han comenzado a tomar medidas para paliar las consecuencias de este brote. El presidente de Sierra Leona, Ernest Bai Koroma explicó ayer que el país ha puesto en cuarentena los epicentros del brote, habrá controles en el aeropuerto y se cancelarán los vuelos de políticos al extranjero. Por su parte, Liberia ha cerrado todas las escuelas "hasta nueva orden", obliga a sus funcionarios a quedarse en casa -excepto aquellos calificados de "esenciales"- mientras que Nigeria ha suspendido los vuelos procedentes de Liberia y Sierra Leona para frenar el brote.