Aarón Davila tiene 21 años de edad y desde pequeño empezó a ver curros. La primera vez que participó en uno de ellos tenía once. Su función consistió en separar potros. Desde entonces, procura no fallar al curro de O Galiñeiro, en Vincios, Gondomar (Pontevedra). "Es una descarga de adrenalina", justifica una persona que lo lleva en la sangre. "En mi familia, todos tenemos caballos en el monte", agrega minutos antes de sumarse a la 'rapa das bestas' que ayer hubo en O Galiñeiro, en un curro de una treintena de animales. La cifra fue exigua (aunque mayor que el pasado año) ya que otros 30 o más se escaparon negándose a entrar en el curro, sin poder ser reducidos.

Pasadas las seis de la tarde, Aarón y otros tres jóvenes entraban en la zona donde estaban encerrados los caballos (burras, en la jerga de la zona). Tal es la fuerza y maña de Davila que a uno de los equinos, lo cogió por el cuello con una sola mano y lo separó inicialmente de la manada. Después, sus compañeros le echaron una mano.

Su quehacer ayer comenzó a las ocho de la mañana cuando en un grupo de 20 hombres se lanzaron al monte en busca de las burras para dirigirlos hacia el curro. "Lo más difícil -señala el joven- es juntarlas y hacer que vengan hacia aquí. Somos pocas personas, unas 20. Por eso, no se dieron traído. Antes, aquí en menos de nada, tenías 50 ó 60 personas para hacer un cordón. Ahora, solo estamos los que tenemos caballos y cuatro amigos que vienen a ayudar".

Por contra, el público asistente fue numeroso, más de 300 personas -incluido parte del equipo del libro-DVD Ceibes no monte del IES Terra de Turonio- que comieron y bebieron en unos merenderos con carpas en las inmediaciones para asistir por la tarde a la separación de las crías, el marcaje de estas y otros caballos, la instalación del microchip, el corte de crines y la desparasitación con desinfectante.

Aarón no cree que el curro de O Galiñeiro continúe celebrándose mucho tiempo más. "En un par de años, la gente se aburre y lo deja todo. Sería una pena que se pierda todo esto", apunta pesimista. El presidente de la Asociación de Gandeiros do Monte Galiñeiro, Manuel Pérez, discrepa: "Esto va a ir a más en los próximos años, la gente está cada vez más animada".