"¡Sí a la democracia! ¡Sí a la justicia! ¡Sí a la libertad! ¡Sí a la vida!". Esta declaración de principios que Mafalda hace en una de sus viñetas bien podría ser el retrato de su creador, Joaquín Salvador Lavado Tejón, mundialmente conocido como Quino, un argentino de 82 años, hijo de padres andaluces, con nacionalidad española, y creador de un humor universal, aunque debe su fama a Mafalda. Una niña concienzuda y rebelde de 6 años, que en otra de sus viñetas repasa mentalmente, acostada en su cama, los tiempos de la vida y se pregunta: "Al final ¿cómo es el asunto? ¿uno va llevando su vida adelante, o la vida se lo lleva por delante a uno?".

Quino se convirtió ayer en el primer dibujante distinguido en la historia de los Premios de la Fundación Príncipe de Asturias y su elección fue aplaudida popularmente. Quino y Mafalda, los nuevos "príncipes", ingresan en la nomina de los premiados en Comunicación y Humanidades. El acta del jurado, presidido por Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes, quiso unirlos a los dos, el año que la "inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible que sueña con un mundo más digno, justo y respetuoso con los derechos humanos" cumple 50 años y su creador, Quino, "autor de los lúcidos mensajes en los que combina con sabiduría la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento", 60 como dibujante.

Su candidatura, votada prácticamente por unanimidad -solo falló un voto- fue propuesta por el geógrafo y exrector de la Universidad Complutense Rafael Puyol, miembro del jurado del premio de Ciencias Sociales que se falló la semana pasada.

Mafalda tuvo un parto accidentado. Iba a ser humor publicitario de lavadoras que no cuajó y lo que rescató Quino se publicó en "Gregorio", suplemento de humor de la revista "Leoplán", en tres tiras y luego el 29 de septiembre de 1964, el semanario "Primera plana" comenzó a publicarla regularmente. El 9 de marzo de 1965 Mafalda se mudó al diario "El Mundo" en formato de seis tiras semanales.

Quino tenía entonces 32 años, vivía en Buenos Aires, estaba casado con Alicia Colombo, química de origen italiano y acababa de publicar "Mundo Quino", el primer libro que recopilaba sus chistes gráficos mudos. "A la nena le puse Mafalda. Y arranqué la historieta sin el menor plan", contaba.

Mafalda fue creciendo y reflejando el mundo que la rodeaba en los años 60, las inquietudes sociales y políticas de una familia de clase media argentina, tan común a todas las sociedades: la injusticia, la guerra, el racismo. Casi diez años después, Quino, creador no solo de uno de los personajes femeninos de cómic más universal sino probablemente del primero que piensa, consideró agotado lo que opinaban la pequeña, su padre, su madre y sus amigos: el materialista Manolito; el soñador Felipe; la chismosa Susanita; el inocente Miguelito; el tierno Guille, y la izquierdista Libertad.

"Yo hacía mi trabajo y nada más", declaraba el dibujante, que leía cada mañana tres o cuatro periódicos para inspirarse y que apunta como único mérito el tener "una especie de antenita para saber captar el ambiente".

El escritor italiano y también "Príncipe" Umberto Eco introdujo al personaje argentino en Europa en 1969 y un año después llegó a España de la mano de Esther Tusquets, que compró los derechos en la Feria del Libro de Fráncfort en 1970 y empezó a explotar sus tiras en la editorial Lumen. Al mismo tiempo, la revista "Triunfo" empezó a sacar las páginas de chiste de Quino. Tres años después, Mafalda era el personaje estrella de la revista "Globo". En los años de la transición, "Mafalda" se convirtió en material didáctico para jóvenes demócratas. El cómic se ha traducido a treinta idiomas.

En 1976, tras el golpe militar argentino, Quino se exilió, con su esposa, en Milán. Fue el peor momento de su vida. "La patria significa juventud, por lo tanto el hecho de estar lejos de ella ha hecho que mi humor se haya vuelto un poco menos vivaz, pero tal vez algo más profundo", declaró.

Hombre de izquierdas, que se autobiografía como perdedor de la guerra española en su calidad de hijo de emigrantes andaluces en Argentina, Quino se retiró del humor en 2007 pero mantiene una agenda en ferias del libro y conferencias. "Dibujo para que el mundo vaya para el lado de los buenos, el de los Beatles, el de Lennon".

Conferencia en Club FARO

Quino reconoció en enero de 1998 durante una conferencia en el Club FARO lo mucho que le costaba no repertirse en la tira de Mafalda, porque empezaban a resultar previsibles. "Un dibujante decía que si al tapar el último cuadrado de la tira ya se sabía cómo iba a acabar, había que dejar de hacerla. Me costaba mucho esfuerzo no repetirme, y por eso lo dejé".

El artista argentino también apuntó que necesitaba la soledad. "Necesito encerrarme en casa para trabajar, con mi mesa, mi block, mi rotulador y mis personajes", decía Quino, que aseguraba que esta costumbre le había traído alguna que otra discusión con su esposa, Alicia Colombo, doctora en Química y que jercía también como manager para sus asuntos.