"¿Te he de comparar con un día de verano?". Con este verso empieza el soneto 18 de William Shakespeare (1564-1616), uno de los más recitados por los enamorados y una pequeña muestra de la riqueza literaria del más universal de los escritores en lengua inglesa.

Al cumplirse esta semana los 450 años del nacimiento de Shakespeare, sus tragedias, comedias, sonetos y obras históricas siguen fascinando a los lectores, y sus obras más célebres, como "Hamlet" o "Romeo y Julieta", figuran entre las más representadas en el teatro.

Su universo literario ha sido tan importante que muchas de sus frases son claramente identificables y otras se han incorporado al lenguaje diario, como "ser o no ser" o "mucho ruido y pocas nueces".

Shakespeare, cuya fecha exacta de nacimiento es un misterio, aunque se sabe con certeza que fue bautizado el 26 de abril de 1564, es un icono cultural del Reino Unido, donde cada año por estas fechas es recordado con distintos eventos en su ciudad natal, Stratford-upon-Avon (centro de Inglaterra).

William Shakespeare es para el mundo anglosajón lo que Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) es para la literatura española.

Como dijo en su día el también dramaturgo inglés Ben Jonson (1572-1637), Shakespeare "no pertenece a una sola época sino a la eternidad", pues su obras han trascendido las fronteras nacionales y han resistido el paso del tiempo.

Según una encuesta internacional publicada esta semana con motivo de los 450 años de su nacimiento, Shakespeare fue votado como la figura cultural más representativa del Reino Unido.

De acuerdo con el sondeo, divulgado por el British Council, el organismo responsable de fomentar la cultura británica en el extranjero, 5.000 adultos en países como la India, Brasil, Alemania, China y EEUU lo eligieron como icono británico.

Aunque muchos otros escritores han alcanzado fama internacional, como Dante Alighieri, León Tolstói o Charles Dickens, pocos han alcanzado la reputación de Shakespeare, según los expertos.

Y es que el dramaturgo inglés consiguió plasmar en sus obras los sentimientos más profundos de la existencia humana, como el amor, el odio, la pasión, la tiranía o el destino.

El Bardo de Avon era tan apasionado de la literatura -se sabe que era un lector voraz- que tenía una inclinación compulsiva por escribir, lo que le permitió ya en su tiempo alcanzar una gran reputación, y sus obras se representaron el teatro Globe de Londres.

Sus tragedias se caracterizaron por un concepto filosófico sobre la vida y la muerte, con protagonistas apasionados y heroicos.

En un periodo de catorce años, Shakespeare escribió sus tragedias más célebres, como "Romeo y Julieta", "Julio César", "Hamlet", "Troilo y Crésida", "Otelo", "El Rey Lear", "Macbeth" o "Coriolano".

Además de ser famosas, las citas de estas tragedias han cautivado la imaginación de los lectores, como "ser o no ser. He ahí la cuestión", de la escena 1 de Hamlet (escrita en 1601), considerada la más famosa de la literatura universal.

O "la vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no tiene ningún sentido", frase proveniente de la obra "Macbeth".

También es célebre "el amor es un humo que sale del vaho de los suspiros...", cita del joven Romeo profundamente enamorado de una Julieta igual de apasionada.

Tragedias y sonetos

Además de tragedias y sonetos, Shakespeare fue autor de comedias llenas de juegos de palabras. Entre 1591 y 1612, Shakespeare escribió "El sueño de una noche de verano", "El mercader de Venecia", "Mucho ruido y pocas nueces", "La tempestad", "Como gustéis" o "La fierecilla domada".

El dramaturgo dejó además importantes obras históricas, aunque es especialmente conocida la del rey Ricardo III (1452-1485), último monarca inglés de la Casa de York, al que retrató como un hombre ambicioso, cruel y sin escrúpulos.

Una frase célebre de esa obra es la de un monarca desesperado al ver que se aproxima su muerte a los 32 años, cuando es rodeado en la batalla de Bosword Field (1485), durante la Guerra de las Dos Rosas (1455-1485).

"¡Un caballo, un caballo! Mi reino por un caballo!", clamaba el ficticio rey inglés.