¿Hay una vía razonable para circular por el periodismo del futuro? Emily Bell, directora del Town Center for Digital Journalism de Columbia y responsable de contenidos en la web de "The Guardian", aseguraba la pasada semana que todavía estamos esperando por un tercer modelo para publicar noticias en la red y que éste aún no se encuentra disponible. Bell recordaba entre las experiencias fallidas el estrepitoso fracaso de "The Daily", el proyecto creado exclusivamente por Rupert Murdoch para la tableta iPad. Recordemos que duró apenas dos años y tenía 100.000 suscriptores que pagaban una tarifa anual de 40 dólares. Ni los 4 millones de dólares de los abonados, ni la publicidad contratada, ni el imperio Murdoch detrás, fueron suficientes para mantener el periódico, muy visual, con abundante ilustración y poco texto, además de una falta evidente de contenido y escasa actualización, a juicio de sus detractores.

Con batacazos como el de Murdoch, Bell sostiene que el periodismo digital que verdaderamente funciona empezará pronto a dejar de ser un misterio para los editores. Sin embargo, ella misma, por lo que demuestra, está en ascuas. Cuenta cómo las expectativas últimas se han centrado en la salida de "Vox" y de "FiveThirtyEight", el periódico digital que le precedió, ambos dirigidos por bloggers políticos influyentes, que inicialmente habían sido contratados para la campaña electoral de 2012 por "The Washington Post" y de "The New York Times". En el primero de los casos, el director del "Post", Marty Baron, decidió no concederle a Ezra Klein lo que pedía y éste acabó poniendo en marcha "Vox". Baron recibió algunas críticas por permitir irse a Klein, considerado una pieza valiosa en Washington, y respondió asegurando que con su marcha no se acababa el mundo. Refiriéndose al nuevo periódico digital, recalcó que no todas las empresas tienen éxito.

El caso es que tanto "FiveThirtyEight", respaldado por ESPN y con un fuerte reclamo deportivo, como "Vox", con novedosas presentaciones en la pantalla, plantean una competencia a las grandes cabeceras basada fundamentalmente en la gratuidad de sus contenidos. No en el periodismo que pueden ofrecer, si por periodismo se entiende otra cosa que no sean blogs, curiosidades y quincallería política.

Menos ambiciones de negocio y pequeños costes, en ello se resume al parecer el éxito. El compromiso a largo plazo y la disponibilidad de capital están cambiando la forma de pensar sobre el periodismo digital, ha escrito la directora del Town Center. Además de las expectativas creadas por los periódicos digitales ya citados, Bell se ha referido al debate suscitado por el creador de eBay, Pierre Omydar, en California, acerca de "First Look", una nueva organización de las noticias que impulsa un perfil de informador dispuesto a caminar por "la delgada línea entre el periodismo y el activismo". Inmediatamente ha surgido la pregunta de si para ejercer en el futuro este oficio hay que convertirse en activista.

Pero vamos a la tercera vía. Emily Bell reclama un modelo entre el tradicional de las rotativas e internet, que permita mantener la fortaleza institucional de los medios, las creencias y los recursos del núcleo fundamental de las noticias, y al mismo tiempo una independencia orientada a favor de la libertad del periodista. Según ella todavía hay que esperar.

Aunque al final descorazonadoramente apunta a que tal vez parte de las respuestas a ese modelo se encuentren en Medium, la compañía de Evan Williams, fundador de Twitter, que ha ideado la manera de que cualquiera pueda publicar lo que le plazca sin tener que ser editado el artículo o pagado. Recuerda cómo las compañías de tecnología crecieron siendo plataformas para muchos en vez de jaulas doradas para unos pocos, mientras que las empresas de contenidos han fracasado. De ser así y para poder reconciliarse con este oficio habría que buscar un trasfondo de ironía en las palabras de la directora de contenidos digitales de "The Guardian".

"The Guardian" es uno de los grandes periódicos que más ardorosamente defendió el acceso gratuito a los contenidos informativos en internet para no frenar su desarrollo. De hecho hizo una bandera de ello. Un gran problema ahora es que la mayoría de sus lectores son digitales: de acuerdo con las cifras de hace un año, 6,4 millones, mucho menos rentables que los 4,8 que se mantienen fieles a la edición impresa. Esa diferencia entre audiencia de baja y alta rentabilidad es la tragedia del diario, más acuciante que en el resto de las cabeceras británicas de calidad. Su objetivo, como el de la mayoría de los periódicos, es doble y consiste en construir un nuevo modelo de negocio digital sostenible y sincronizar la pérdida de ingresos de la edición impresa al ritmo de crecimiento de la facturación digital.

Por eso probablemente y ante las incógnitas que plantea la nueva organización de las noticias, a Emily Bell no le cuesta escribir que en la actualidad una operación de prensa para todos con expectativas de ingresos de un gran negocio editorial ya no es algo que pueda considerarse realista. Y tampoco recalcar: "En el caso de que alguna vez lo hubiese sido".