La vida de la guardia civil gallega Verónica Méndez Docando ha cambiado mucho en los últimos trece años, desde que fue elegida por primera vez para ser una de las "burbujas" de un anuncio navideño de cava, un acto para el que la también Miss Lugo ha sido llamada de nuevo.

Después de aquella primera vez en la pantalla, la lucense finalmente tomó un camino que, seguramente entonces, con tan sólo 18 años, no imaginaba.

Ahora, superada por poco la treintena, ha tenido la oportunidad de reencontrarse con algunas de las chicas que, al igual que ella, fueron seleccionadas entre tres mil candidatas para participar en el anuncio de la conocida marca que fue emitido en la Navidad del año 2000.

Verónica Méndez cuenta que tuvo la "suerte" de ser elegida de nuevo para el spot publicitario de este año, porque Freixenet decidió juntar en un mismo anuncio a algunas de las antiguas "burbujas" para conmemorar su centenario y ella figuraba en el grupo de seleccionadas.

"Algunas hemos cambiado bastante", reconoce Verónica, que cumple servicio en la Guardia Civil de Palma de Mallorca desde hace seis años. Ahora ve la vida "desde un punto de vista totalmente diferente" a aquel con el que encaraba el futuro cuando fue seleccionada por primera vez para ser una "burbuja" y ganó el concurso de Miss Lugo.

Se le abrieron entonces las puertas que la encaminaban hacia un futuro laboral ligado a la interpretación, a la publicidad y a la moda, un mundo bastante distinto al que acabó eligiendo finalmente, cuando decidió ingresar en la Guardia Civil y fue destinada a Palma de Mallorca.

Antes de entrar en la Benemérita estuvo "haciendo cosas" en ese otro mundo. Llegó a protagonizar una película, "El ladrón de reliquias", dirigida por el lucense José de Cora, y participó en cortos y anuncios publicitarios.

También realizó reportajes fotográficos para revistas y trabajó para algunas agencias vinculadas al negocio de la moda. En este momento, tiene esa faceta de su vida bastante "aparcada".

Está centrada en su trabajo como guardia civil, concretamente en una unidad que se dedica a luchar contra la violencia de género y abusos a menores.

Está asentada en las islas, donde se "vive muy bien".

Sin embargo, cada tres o cuatro meses regresa a Lugo, para ver a la familia y, en cierta medida, para cargar las pilas, porque "en Galicia", donde empezó el tiempo entre burbujas, "se come muy bien". Entre otras cosas.