La reconversión naval en Vigo a mediados de los 80 no fue, precisamente, un camino de terciopelo azul. Ante los ojos de una niña, la marea de miles y miles de hombres bajando entre gritos y furia por la calle Urzáiz (en tiempos en los que gran parte de la población aun la denominaba José Antonio) era una marabunta de la que había que huir como fuera. Para los ojos ávidos de Cameselle era todo lo contrario, el epicentro de un tornado de imágenes que había que capturar, hacia el que había que dirigir el objetivo.

Al repasar sus fotos en blanco y negro -hijas de los carretes analógicos-, el lector revive un fragmento tenso de la historia gallega. Lo hace hojeando "Crónica fotográfica de Vigo" (Xerais) que mañana se presenta en Club Faro, Auditorio do Areal, a las 20.00 horas. Mirando sus fotos se siente la inquietud de los trabajadores del viejo astillero Ascón concentrados ante la puerta de El Corte Inglés vigués al recibir el primer ataque de los antidisturbios; se cuela entre los pensamientos del capitán del barco de ría entre Vigo y Cangas rodeado de marineros encapuchados 'ocupando' su barco un 8 de enero de 1985.

Es esta última una de sus imágenes que más ha trascendido. Encierra en ella el significado de unos tiempos duros de los que ahora nos recordamos más que nunca en estos últimos 28 años. El periodista y exdirector de FARO Ceferino de Blas da en la diana cuando señala que a Cameselle (Vigo, 1951-2012) "se le puede considerar el fotógrafo de Los lunes al sol, película de la reconversión industrial viguesa. Sus fotos resumen el declinar de los astilleros y otras industrias punteras y el esfuerzo de los trabajadores por impedir lo inevitable".

"Llegaron a un punto los trabajadores en el que le llamaban por teléfono para que les cubriese el conflictoy a veces él llegó a cambiarles el itinerario para que las fotos quedasen mejor, por ejemplo, con el mar al fondo", recuerda su hijo Fernando Cameselle.

En 438 páginas, se muestran cientos de imágenes, una selección de su archivo personal de más de 100.000 fotos. Entre todos los reportajes, destaca la carga policial en 1989 en la playa de Castelete, Vilagarcía, entre mariscadoras luchando por un banco de marisco, combatiendo con cubos, sachos y rastrillos entre ellas y contra las pelotas de goma de la Guardia Civil. El fotógrafo de Lavadores registró hasta el aliento y el odio en cada grano fotográfico. "Para una buena foto, cuanto más cerca mejor. Él lo hacía y se jugaba el pellejo", recuerda su hijo Fernando, artífice junto a sus hermanos de este libro, con la 'bendición' editorial de manuel Bragado, de Xerais.